Los medios en español en Chicago: de los pioneros a la ferocidad corporativa

Los medios en español en Chicago: de los pioneros a la ferocidad corporativa

 

A la memoria del maestro y amigo Julio César Montoya

 

Muchos años antes de que llegaran a Chicago las grandes corporaciones de medios hispanos —que incluían a la prensa, radio y televisión— lejos estábamos de imaginar las redes sociales y su impacto.

Tampoco imaginamos que con la llegada de las grandes cadenas, paulatinamente remplazarían al talento local y mucho menos imaginamos que los ningunearían al sustituirlos con “estrellitas”. Con el paso del tiempo, estos figurines de la radio establecieron su presencia en Chicago, pero sus ondas radiales también alcanzaron otros rincones del país donde las corporaciones mediáticas se disputaron punto a punto el rating. Desde la década de 1980, los medios latinos comenzaron a concentrarse en pocas manos y hasta la fecha siguen depredando el mercado.

Pero antes de que los medios llegaran a ser los grandes conglomerados que hoy son, hubo un camino largo por construir y luego recorrer. Uno de los periodistas pioneros, que nacieron con pasión por la profesión fue Alfredo Torres de Jesús. Fundador de tres periódicos, El Gallo, El Puertorriqueño y La Raza. Este último es el único que sobrevive, pero ahora en manos corporativas.

Torres de Jesús vendió su semanario al comerciante César Dovalina, entonces propietario de los restaurantes La Margarita. En ese entonces, las oficinas, la redacción y la maquinaría donde se imprimía La Raza se ubicaba en la planta de arriba del restaurante, en la calle Wabash.

Más tarde, por esos giros que la vida da, Dovalina vendió el semanario al empresario uruguayo, Luis H. Rossi. Rossi mudó las instalaciones al 3900 Norte de la Avenida Ashland.

El semanario lo editaban dos periodistas de la vieja escuela: el colombiano Fernando Prieto y el salvadoreño Julio César Montoya, con dos estilos de redacción muy distintos. Prieto, más directo, iba al grano, la claridad era otro de sus fuertes. Montoya, por su parte, era un poco más rimbombante, rebuscaba palabras, pero su redacción era escrupulosa. Cabe señalar que Montoya también fue locutor de noticias y por varios años trabajó con uno de los pioneros de la radio: José E. Chapa, en el programa noticioso Serenata Matutina.

En agosto de 1979, se me presentó la oportunidad de trabajar con Fernando Prieto y Julio César Montoya. En esos años, La Raza había alcanzado cierto prestigio en la comunidad hispanohablante de Chicago; principalmente, por las notas que escribían dicha pareja de editores. Para ese entonces, se habían convertido en eso que en el medio se le denomina “otra gran pluma”. Y se les llama así a los que redactan sus artículos en español de manera impecable: le ponen cuidado a la gramática y ortografía. Y lo hacen porque así es este oficio donde hay que cuidar que no falten los acentos, no sobren los puntos ni endulcen los adjetivos, etcétera.

Como aprendiz del oficio, mis notas fueron objeto de constante corrección por parte de mis editores, Prieto y Montoya, quienes junto con Walter Briseño, me dedicaron mucho de su tiempo para que pudiera salir adelante en la prensa de la década de 1980. En La Raza incursioné en las áreas de política, educación, salud y economía. Con el tiempo se me fueron abriendo otras oportunidades.Pero anteriormente, ya había tenido otros amigos quienes también me habían tendido su mano para continuar aprendiendo: Humberto Perales, Félix María Cáceres. Ambos trabajaron en el semanario El Mañana. Por otra parte, en 1977 estuve colaborando como reportero para el mensuario Imágenes; esta era una revista del activista Carlos Heredia. A veces me asignaba ciertos proyectos de investigación y en los tres primeros números colaboré con algunos poemas.

Poco a poco comencé a formarme en eso que García Márquez describió “aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo”. De 1974 a 1981 colaboré con la emisora de radio, WCYC 88.7FM. Ahí redactaba anuncios de servicio público, preparaba las presentaciones para las entrevistas que hacíamos a los invitados, que incluían a líderes comunitarios y de opinión. Con el tiempo la agenda fue engrosando y en los años posteriores me servirían como contactos para complementar mi trabajo en La Raza.

Ya para ese tiempo se hacía necesaria una fuerza que aglutinara a los trabajadores de la prensa y nació Latin American Journalists Association (LAJA por sus siglas en inglés). Desafortunadamente desapareció pocos años después.

Mientras los medios se expandían, surgieron otras agrupaciones, como Locutores Unidos de Chicago y del grupo Publi-Met. En ese tiempo también nació otra agrupación a raíz de una publicación del suplemento hispano del Chicago Sun-Times llamado Los Vecinos. Esa publicación llegó a menospreciar a los productores independientes y encumbró a WOJO 105.1 FM. Eso exacerbó a los productores independientes y se organizaron: José E. Chapa, Orlando Miranda “Pelencho”, Armando Pérez y Martínez, Jaime Santillana, Gustavo Medrano, Fernando Prieto, Julio César Montoya, entre otros. Así nació la Asociación de Periodistas y Locutores Interamericanos de Illinois (APLI). Su Primer presidente fue José E. Chapa. El único requisito era trabajar o haber trabajado en cualquier medio de comunicación. Entonces ingresaron a la organización fotógrafos, vendedores de publicidad y muchas personas que no tenían idea de lo que es el periodismo radial o escrito. Eso le restó personalidad y credibilidad a la APLI.

En las décadas de 1980 y 1990 se empezaron a establecer en Chicago corporaciones mediáticas. Y siguiendo las leyes de la libre empresa, poco a poco comenzaron a devorar la presencia de los productores independientes. Y aunque parezca irónico, fue parte del crecimiento de los medios, tanto de la prensa como de la programación diaria de la radio y los canales televisivos: 26, 44 y 60. Entonces, el camino ya estaba pavimentado para que entraran los grandes consorcios: Univisión y Telemundo. Y ya empezado el segundo milenio y con la llegada a Chicago de Azteca América, los pocos talentos locales fueron confinados al ostracismo. La población latina consumidora de noticias y chismes del espectáculo creció enormemente y con la irrupción feroz de las corporaciones los medios cambiaron de formato y de estilo.

El mercado se impuso al talento y pasión local. Atrás quedaron los años de esfuerzo y dedicación de editores como Julio César Montoya y Fernando Prieto.

Estos cambios afectaron a los viejos empleados de la radio. Muchos no sólo perdieron su empleo, pero al regresar como productores independientes perdieron también los beneficios, como el seguro de salud, por ejemplo. Lamentablemente tampoco estaban cubiertos con seguros de vida en caso de fallecimiento y ante eso dejaron a sus familiares el tener que bregar con los costos fúnebres y del entierro. Ante la desgracia, más de una familia tuvo que recurrir a organizar colectas entre amigos, colegas y miembros de la comunidad para sepultar a los que un día gozaron de los encantos de las ondas radiales y los días de cierre.

Ahora que las corporaciones han marcado la pauta en la industria de los medios todo cambia abruptamente: hay cambios constantes de programación, reacomodos de horarios, no hay seguridad en el empleo, ni para los jóvenes ni para “las estrellas” que efímeramente se apagan. Hay despidos constantes y muchas veces las vacantes no son reemplazadas, se recurre a programaciones enlatadas o a la publicación de notas generadas sin base y “al ruido de los cocos”.

Parece que muchos de los que hoy están al frente de la mayoría de los medios hispanos de comunicación han olvidado los propósitos nobles del medio: informar, entretener, divertir, pero principalmente, servir a la comunidad de la que viven y lucran.

 

Contribuyeron a este artículo: Roberto Oreamuno y Elva Montoya.

Gerardo Torres. Periodista independiente radicado en Chicago. Trabajó por cuatro décadas en las principales emisoras de radio. Es corresponsal para emisoras y periódicos en México, California, Florida, Texas e Illinois.

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Grupo de pioneros que fueron reconocidos por el gobernador de Illinois Jim Edgar son, en parte, Blanca M. Vargas, Jaime Santillana, Enrique López Salgado, Luis Rossi, gobernadr Jim Edgar, Fernando Prieto, Gerardo Torres, Ernesto Quiroga.