En plena tarde el joven Quick ve achicarse las orejas de la Mamá Coneja. Polvo de fresa y vainilla le dio en su infancia ese cuerpo agonizante. ¿Cuántas veces escuchó Quick que las mamás conejas, si son buenas, renacen en otro animal?
Ahora que sus hijos estarán en casa por varios meses, es importante notar algunas recomendaciones sobre cómo apoyar a los estudiantes durante la pandemia. El diálogo entre padres e hijos es crucial.
Es 2020, último año de la Era de T y su carnal el coronavirus. Y aquí estoy yo con mis nostalgias del siglo XX. Ahorita las revistas de papel y los viejos libreros —almas afines, fantasmas extraviados— pasamos a ser los nuevos dinosaurios
Estuve viendo noticias todo el día. Sobre las enfermeras que no pueden ni darles la mano a los que se están muriendo. Y de ese doctor, el Goodrick, o como se diga. El que les separó los cerebros a esos dos niños siameses. Se murió, vecina.
Coronavirus-19 will be a lasting tragedy.... In the U.S., we have been living in an assumed prosperity and stability supported by sundry essential activities performed by un-documented immigrants. They live, they even prosper, from “jale” to “jale,” but their incomes and jobs end at the end of the day. Every new day is a new “jale.”
Sé que tarde o temprano me perderé en la inmensidad catastrófica del territorio coronavirus, en el horror del COVID-19. Cuando ocurra, echaré mano de este mapa de mi cuerpo-territorio para reencontrarme con la mujer que fui hasta marzo del año 2020, y con la persona que quiero ser durante y después de la pandemia.
Ha llegado el momento en que las manos del inmigrante que trabajan en la industria de la comida se ajusten los guantes y dejen atrás las sombras y la alegoría de la caverna...
y lento, el silencio dentro del virus nos lo grita… vean, ilusos, Yo, virus, vine, vi y los vencí. porque en silencio, desvergonzados sin mirarnos en el espejo de añicos superpuestos, rodeados del desorden de un mundo desigual y carente...
Ya sé lo que me van a decir: first world problems, que mis lamentos resultan triviales frente a la situación por la que otros están pasando. Lo acepto. Escribo y me lamento desde el privilegio, pero...
Es domingo, pero como si fuera martes. Ahora todos los días son iguales. Salí a caminar con Chester y me encontré con Ingrid y mi vecina. Hice lo que nunca, le pregunté cómo estaba y por primera vez...