Visionando una obra: Febrónimos

Visionando una obra: Febrónimos

 

Febrónimos, de Febronio Zatarain
La Zonámbula, 2016, 62 páginas, ISBN: 978-607-8475-01-8

 

Un febrónimo tiene vida propia

aspira a ser una obra acabada: la semilla de un poema, de un cuento o de un ensayo que brota y crece en la cabeza del lector.

Lector: Has roto todos los barrotes…Es hora de que entres en prisión.

Igual flores que alacranes, todo al mismo tiempo crece dentro del espejo, en que te ves lector y ves los Febrónimos de Zatarain, refugio escrito para dejar a la vida cargada de angustia y al horizonte con cielo sediento; es un espejo en el que se reflejan nítidos los rostros del poeta y su multiplicidad de seres: el erótico, el loco, el metafísico, el existencialista, el disidente. Cualquiera, nos dice el autor, menos el corporativista.

 

El erótico. El verbo es puro, la carne no.

Aún sueño con los besos que te daba antes de darte el primero

La muchacha quiere que me vuelva fuente. Le cuesta trabajo entender que mi líquido es invisible, que me sale por los dedos, por los dientes, por la piel

Entrégate de lleno al enamoramiento aunque sepas que el desencanto te espera a la vuelta de la esquina

 

El loco: es loco de tantas voces que lleva dentro

Epifanía: anoche fui feliz: se quemó mi casa

Estabas frente a mí, pero tuve que sacarme los ojos para contemplarte.

Cuando estoy en las juntas de trabajo, a veces veo que me levanto y vierto café en la cabeza del coordinador, pero no me sigo: aún no estoy para la camisa de fuerza.

 

El metafísico. El sueño, la muerte, la nada… el trasfondo de las apariencias físicas.[1]

Mahoma se talló los ojos; no podía creerlo: la montaña caminaba hacia él.

Escribir y escribir hasta que a las palabras les salgan manos.

Si no has aceptado morir, mantente en tu guarida: estás a años luz del espejo.

 

El existencialista. Necesita expresar su mundo íntimo.

Por más que nos obstinemos en volvernos artefactos felices no lo logramos.

Bienaventurados los que han recibido sólo besos comprados porque siguen siendo puros.

El suicida yerra eternamente; por eso sigo aquí esperando

 

  1. Léase libre pensador.

El que es libre es libre, aunque un Estado lo prive de su libertad

Bienaventurados los cabrones de espíritu porque el infierno es otra ilusión.

Obregón apaciguaba a los generales con cañonazos de cincuenta mil pesos; el PRI apacigua a los escritores con puestos diplomáticos.

 

con dolor, con amor, bajo la lluvia, en la catástrofe son pequeños universos de palabras indignadas contra obedientes, llorosos y boquiatados sobre todo boquiatados. Febrónimos, está dividido en porciones heterogéneas, inicia con En torno a 1994 para deslizarse en una perspectiva de veinte años donde encontrarás En torno a 2014 y ahí el volumen aumenta.

Soy un desdichado. Recorro la vida de mis conocidos y me quedo con la mía.

 

Bienaventurado lector, porque has abierto estas páginas, ahora te caerán aerolitos o aforismos que han sido escritos en el trueque instantáneo de la soledad y el miedo, sin moda ni pasamontaña que cubra el rostro. Son febrónimos para quemar los demonios de la muerte ciega, en la cama de un hospital, en cualquier baño público o en un burdel. Son bruma oscura dentro del fuego verde que es menos hipócrita que el rojo.

Por eso:

                                    Los que entren, hundan, rasguen el habla[2]

 

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[1] [1] Alí Chumacero (1999) El sentido de la poesía

[2] Karla Sandomingo (2015) Los que entren, hundan, rasquen el habla

 

Iliana Hernández Arce. Nació en Guadalajara, Jalisco. Ha participado en las antologías: Osadía(2011); Caleidoscopio (2011); Arrebato (2012). Con el libro Suicidario ganó la beca del CECA 2014.