Poesía cubana: Lilliam Moro

Poesía cubana: Lilliam Moro


Virginia Woolf.

El otro y yo

 

Te debo una
cuando rompieron los cristales de tu tienda
y luego te ducharon con un gas:
entonces yo miré para otro lado;

cuando te torturaron en una inmunda cárcel
pero yo estaba demasiado ocupado con mis cosas;

aquella vez te lapidaron hasta hundirte en la tierra
y yo tenía problemas económicos;

te humillaron por negro, por indio, por mestizo,
pero yo, qué le vamos a hacer,
soy blanco;

te debo una, juguete destrozado,
cuando te manosearon y te usaron,
pero a mí nunca me dio por esas cosas;

sonaron los disparos contra tu cuerpo atado
rematándote con el tiro de gracia:
yo, por entonces, había perdido un gran amor.

No me lo tengas en cuenta:
yo nunca le he hecho mal a nadie.

 

 ◊

 

Contra la Historia

 

No me da miedo tu mayúscula
ni esas ínfulas que tienes de Absoluto.
Tus veredictos para mí no existen;
hace ya mucho tiempo que te bajé del altarcito
donde te rinden culto
los que han hecho de ti su nueva religión.
Allá en mi infancia
los adultos te mencionaban con toda reverencia
y quise conocerte
pero nadie supo decirme dónde estabas,
mientras más me trataban de explicar, más te perdía,
así que imaginé que eras un libro enorme
que no cabía entre mis manos
y por lo tanto en ningún sitio.
Cuando crecí me convencieron
de que nosotros éramos la Historia,
traté de entrar en ti
pero no te encontraba
porque seguías sin caber en mis manos.

Sin saber dónde estabas, llegué a vivir en ti
como lo hacía mi vecina la sorda,
el policía bruto de la esquina,
mi madre loca
y hasta mi gato blanco
que se perdió una noche de ciclón.

Esa es la Historia que encuentro en todas partes,
aquella que nadie tiene en cuenta,
la del temblor que a veces, sin testigos,
nos da la vuelta al alma como a un mojado calcetín,
o que a mi alrededor el mundo se hace trizas
y hay quien llora sin que nadie lo escuche.
Pero esto te lo callas,
no lo mencionas en tus falsarias páginas
porque la verdadera Historia,
esa que todavía no cabe entre mis manos,
la está escribiendo Dios.

 

◊ 

 

Por favor

 

Un aburrido mundo de obviedades,
de dos más dos son cuatro
y lugares comunes
me hace pedir, incluso por favor,
una tarde de tenues claroscuros
con argumentos poco convincentes
frente a una taza de té y tus palabras,
mientras de vez en cuando algún silencio
aparente cierta profundidad
y tomemos en serio esas medias verdades
que nunca afirman nada
excepto la certeza de la desvanecida luz
que nos envuelve,
la tarde que se diluye sin remedio
sin más explicaciones
como todo en la vida.

 

◊ 

 

Piedras en los bolsillos de Virginia Woolf 

 

Las toscas piedras llenaban tus bolsillos
porque no pretendías quedar flotando
como la dulce Ofelia.
El bastón lo dejaste colocado en la orilla
sobre la hierba húmeda.

El río te aguardaba.

Los aviones enemigos sobrevolaban
el cielo gris de Londres.

El río te aguardaba.

La gasolina escondida en el garaje
dispuesta para arder
antes de que tumbaran a patadas tu puerta
resultaba una opción demasiado dramática,
estridente.

El río te aguardaba,
te prometía un tránsito discreto
arropada con algas,
acompañada de diminutos pececillos.

A veces pienso
que quizás el impacto de tu cuerpo
con el agua tan fría
te hizo reaccionar,
pero ya tus gélidos y agarrotados dedos
no pudieron deshacerse con rapidez
de las pesadas piedras;
y fueron incapaces de mantenerte a flote
los adjetivos exactamente colocados,
los nombres tan cuidadosamente escogidos
en cada uno de tus párrafos
en esas construcciones sostenidas por un hilo invisible
donde la trama y el estilo y la vida
son una misma cosa;
no te ayudaron las últimas pruebas
que corregiste con esmero,
la desazón, las dudas ante un final que no te convencía
en tu última novela.

Este final tampoco.

Pero ahora te estás hundiendo sin remedio.
Imposible la segunda edición.

Lo primero que encontraron fue el bastón en la orilla.

 

 

Lilliam Moro nació en La Habana, Cuba, en 1946 y estuvo vinculada al grupo de escritores de las Ediciones El Puente en los años sesenta. Desde 1970 ha vivido en España y actualmente reside en Estados Unidos. Ha publicado los poemarios: La cara de la guerra (1972), Poemas del 42 (1989), Cuaderno de La Habana (2005) y Obra poética casi completa (2013). En la boca del lobo obtuvo premio de novela en Madrid en 2004 y fue publicada ese mismo año.