Poemas de Alberto López Serrano

Poemas de Alberto López Serrano

 

El mar me dice 

El mar me dice: «¿Por qué, dulce Alberto,»
—bramando en cada sílaba— «tu sueño
persiste sin tener ni el más pequeño
signo del barco ansiado por el puerto? 

¿A quién has de ofrecer del casto huerto
las cosechas? ¿A quién irá el empeño
de tus manos? ¿Por qué dejas el ceño
en vigilia y el muelle siempre abierto?

¿Por qué quedarte en esperar eterno
de lo que no será? Contesta, tierno
Alberto, ¿a quién esperas silencioso, 

fija en el horizonte la mirada?»
—Quizás espero inútil la llegada
de un barco que no existe ni en esbozo.

 

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La nave que falta 

El muelle bien construido me sostiene
y aguardo la salida de mi nave.
Mar y alto faro, ¿quién de ustedes sabe
por qué barca la espera me retiene?

Filas de naves sin final contiene
que al ojo pareciera más no cabe;
sin barca para el mar undoso y grave
sólo un espacio el triste muelle tiene.

Camino entre las velas que se agitan
por los vientos que al mar las precipitan
a buscar la brillante luz del día.

Impacienta a las naves la partida
y no encuentro mi nombre en la salida.
La que hace falta, ¿no es la barca mía?

 

XXIX

Saber que vienen de gozarse juntos
por las chispas que salen de sus ojos,
a nadie se le oculta,
ni a Esquilo. 

Se leen los copiosos besos en ambos cuellos,
muestran sus manos la indecorosa gloria de los muslos,
olor del vicio en las mejillas suaves,
destilan el deseo corrupto y consumado con cada paso,
arrastran sus miembros desbaratados en lascivia,
en la frente los sellos de ardor desmesurado,
y en la espalda el sudor con voz que los delata.

A nadie se le oculta,
ni a Esquilo,
de dónde es que venimos esta noche…

 

Helena

No es Helena quien te está esperando
con dorados bucles en su alegre cara
cuando subas alto en los muros derrotados.
Verás la sombra de una idea,
el fantasma de un perro desquiciado que te ronda.
Te acercarás para sitiarlo
y sus dientes de niebla habrán de traspasarte. 

No es Helena quien te espera.
Debió quedarse en Pafos, Tiro o Menfis.
Nunca estarás en Troya.
Sus murallas siempre han de caer bajo el látigo ciego de tus días triunfales. 

No es Helena.
Tampoco te amará morbosamente. No es Helena.
Será la mordida de un recuerdo,
la ficción de un encuentro que planeaste,
una jauría de lobos sobre el tejado azul,
en su boca negra verás a Casandra por fin muda en su advertencia loca,
en su boca negra verás a Hécuba llorar amargamente por ti. 

No es ella.
Un reflejo masticado,
el eco débil de un grito contra el muro,
el golpe sordo del caer los velos en el mármol,
un lejano tambor que se congela,
sombras que bailan cuando el aceite en la lámpara se está acabando.

¿Y después de la caída?
Hormigas devoran tu equipaje nuevo.
Un brindis,
y un perro sonríe como un dios dormido que no acepta libaciones ni jactancias.
Cuando subas por las Puertas Esceas,
cuando corras los velos para ver hacia abajo la llanura,
cuando se queme la luz sobre tu cara
y admires la sombra opaca de la idea que esperabas encontrar después del triunfo,
sabrás entonces que no es Helena quien te está esperando.

 

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Alberto López Serrano. Salvadoreño. Profesor de inglés y matemáticas. Es miembro de la Fundación Cultural Alkimia y desde enero de 2008 es coordinador de los Miércoles de Poesía en la peña cultural de Alkimia y Los Tacos de Paco, donde a la fecha van más de 12 años de labor alkímica. Ha participado con lecturas en El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Costa Rica, Bolivia, Perú y Cuba. En enero 2013 fue nombrado Autor del Mes por parte del Plan Nacional de Lectura y la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. Ha publicado La Nave que Falta (2007), Cien Sonetos de Alberto (2009), Y Qué Imposible No Llamarte Ingle (2009 y 2011), Montaña y otros poemas (2010), El domador de caballos (2013). En línea.

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