Lo incompleto del documental Pilsen: My Neighborhood

Lo incompleto del documental Pilsen: My Neighborhood

 

 

“…Sí, la nueva secundaria de Pilsen merece llevar el nombre de alguien que luchó en ambos lados de la frontera contra la dictadura de Porfirio Díaz y su régimen corrupto que ayudó a sentar las bases de la constitución mexicana de 1917 con el Programa del Partido Liberal Mexicano de 1907 y combatió las prácticas discriminatorias que aquejaban a los mexicanos en este país. Indeed, Pilsen’s new high school deserves to be named after someone who struggled on both sides of the border against the dictatorship of Porfirio Diaz and his corrupt government and who helped set down in the 1907 Program of the Mexican Liberal Party some of the basic principles later incorporated into the Mexican Constitution of 1917 and also fought against the discriminatory practices that Mexicans faced in this country…”

Al terminar mi presentación y regresar a mi asiento, se sentó junto a mi alguien conocido y me dijo en voz baja:

—Sr. Heredia, ¿Por qué no nos da la mano para que gane Benito Juárez, el nombre que propone nuestro grupo? La nueva secundaria para nuestro barrio merece llevar el nombre del mexicano más popular.sComo puede ver, es muy difícil que su propuesta vaya a ganar. Aquí casi nadie conoce a Flores Magón.

—No sé. Déjeme pensarlo; aunque reconozco que el nombre que propusimos no tiene mucho apoyo, y es poco conocido, lo hicimos para que la gente se enterara de lo mucho que hizo Flores Magón por los mexicanos de allá y de aquí, en Estados Unidos. México tiene muchas figuras históricas importantes. No solamente Juárez, Zapata, Villa, Hidalgo y Cuauhtémoc hicieron cosas importantes. Bueno, no vaya a creer que todos en nuestro grupo somos ilusos. Sin embargo, a veces hay que perder ahora, para ganar después.

Curiosamente, el documental que transmitió recientemente el Canal 11 me hizo recordar esa y otras actividades memorables en la historia de la preparatoria Benito Juárez. Claro que ni ese momento específico que sostuvimos el Sr. Jesse Blanco y yo a mediados de la década de 1970, durante las presentaciones de los nombres a considerar para la nueva secundaria para el barrio de la Dieciocho, ni las demás se mencionaron, ni casualmente, en el documental recientemente transmitido por la estación pública WTTW. El Sr. Blanco, comerciante y propietario del supermercado Casa Blanco, entonces en la esquina de la avenida Ashland y la calle 18 era quien dirigía la Sociedad Benito Juárez e impulsaba la campaña para darle ese nombre a la secundaria que se construiría en la Ashland y la Cermak en septiembre de 1977.

Bueno, era ilógico esperar que esta parte fuera incluida, ya que no creo que ninguno de los entrevistados y miembros de los paneles estuvieron presentes en la reunión comunitaria en el salón de la Iglesia San Procopio. No recuerdo haber visto en esa ocasión ni a Teresa Fraga ni a Mary González, luchadoras sociales muy activas en esa lucha con la organización Pilsen Neighbors Community Council. Fue una sesión muy interesante, ya que varios nombres fueron propuestos. Entre ellos se consideraron Manuel Pérez, el soldado mexicanoamericano que murió combatiendo en la Segunda Guerra Mundial y recibió, póstumamente, la más alta condecoración militar, la Medalla de Honor del Congreso y otro  nombre fue el de Revolución. Así a secas, como deseando o aspirando a que en eso se convirtiera en un lugar donde se gestaran ideas revolucionarias. Una de las que más enfáticamente lo proponía dentro de su grupo era Rita Gallegos, una organizadora y activista comunitaria muy entregada. ¿Era esta otra idea de un grupo de ilusos como tal vez el de nosotros? Ya sabemos que no se puede institucionalizar una revolución, que se desvirtúa por completo, que se convierte en un absurdo ese concepto, repleto de esperanza de un cambio radical hasta llegar a convertirse en una especie de burla. (Para eso ya tenemos como ejemplo el PRI: Partido Revolucionario Institucional, que en la práctica representa todo lo contrario a una revolución).

Bueno, ni la historia de esa ardua lucha popular con la burocracia de la Escuelas Públicas de Chicago, al mando del entonces Superintendente General Joseph Hannon, que accedió a su construcción en 1975; ni el proceso de selección del nombre de la escuela, ni el controvertido nombramiento de Richard Schnettler como el primer director de esa escuela en pleno barrio mexicano se mencionaron en el documental de WTTW, Pilsen: My Neighborhood al que se le dio bastante promoción. Esta gesta comunitaria en la que participaron casi todos los sectores de la comunidad no mereció ni una sola mención. El actual director de la Benito Juárez, Juan C. Ocón hizo algunos comentarios brevísimos y también aparecieron imágenes de sus estudiantes realizando algunas actividades, pero sin ningún contexto histórico, como si la escuela se hubiera establecido sin ninguna lucha popular, siendo este, uno de los mayores logros de la comunidad.

La introducción al documental la hizo Eddie Arruza, uno de los dos presentadores claves del programa “Chicago Tonight” de una hora de duración transmitida de lunes a jueves en esa estación. Sin embargo, no debe ser normal que cometa errores garrafales como el afirmar que Rudy Lozano, activista de Pilsen había muerto “acribillado en su casa de Pilsen”. Un error por demás básico, cuando bien se sabe que vivía con su familia sobre la calle 25 al oeste de la Pulaski, en el barrio de la Veintiséis, o Little Village en 1983. Arruza, quien estuvo laborando por un tiempo en WCIU, Canal 26, antes de la llegada de Univisión a Chicago debería conocer mejor ciertos datos fundamentales de nuestros barrios. Sin embargo, como se ha mantenido bastante alejado del acontecer en la comunidad latina, su falta de información es aparente. Si en tal programa se tocaran más temas que amerita nuestra comunidad, que conforma la tercera parte de la población de Chicago, este documental se hubiera beneficiado de una mejor selección de temas y panelistas y de un buen enfoque histórico. Sin embargo, este señalamiento amerita una crítica aparte y más extensa.

El programa giró en gran parte, en torno al trabajo de una importante organización del área, El Proyecto Resurrección, que ha realizado una magnífica labor adquiriendo edificios de uso industrial y transformándolos en edificios de apartamentos de renta asequibles a los residentes y ha combatido al desplazamiento urbano, al llamado gentrification, el fenómeno donde las minorías latinas y afroamericanas son expulsadas gradualmentede sus barrios y su población es reemplazada por los blancos de clase media, que desean regresar a la ciudad o a los barrios cercanos al centro de la ciudad. Lincoln Park y Wicker Park son muestras claras de esta expulsión económica y racial.

La selección de los entrevistados y los temas abordados reflejan la influencia directa e indirecta de esta organización. Otras agrupaciones, como Pilsen Alliance, cuyas formas de trabajo y lucha son más radicales y emplean el cuestionamiento y la confrontación contra los grupos de inversionistas que buscan el beneficio económico inmediato sin importarles los intereses de los residentes mexicanos: la adquisición —a veces cuestionable— de terrenos para construir edificios de departamentos con rentas muy elevadas para sus residentes o el aumento vertiginoso de las rentas de los apartamentos que han adquirido en el barrio. También con frecuencia le exigen al concejal Daniel Solís del distrito 25 que rinda cuentas sobre sus cuestionables decisiones en el Consejo de la Ciudad y de sus sospechosas alianzas con grupos que contribuyen a sus campañas políticas y que desean hacer grandes inversiones en el área en detrimento de la comunidad mexicana.

En uno de los paneles presentados después del documental apareció el concejal Solís junto a Raúl Raymundo, director del Proyecto Resurrección y era evidente la relación de trabajo que une a los dos. En varias ocasiones, cuando Phil Ponce se dirigió al concejal, este le pidió a Raymundo que contestara la pregunta. También en otra ocasión, en lugar de contestar la pregunta de Ponce sobre un plan para el área, mencionó que el grupo de Raymundo estaba elaborando un plan que él pensaba apoyar, en vez de presentar su plan o decir que prepararía su propio plan.

El documental presentó, básicamente historias personales de algunos activistas o residentes. No es que estas carezcan de interés. Algunas, en particular, son fascinantes. Sin embargo no nos presentan un panorama general de esta dinámica y vibrante comunidad conformada en su mayoría de gente de clase trabajadora y que ha sabido forjarse un lugar especial en la ciudad, no sólo con su arduo trabajo, sino con la imaginación y el talento de sus artistas. No nos presenta la lucha de algunos años atrás contra la sobrepoblación de sus escuelas y el impacto negativo que tiene en el aprendizaje de los alumnos y los programas de Teacher Corps que formaron educadores latinos para las escuelas públicas del barrio. También soslaya la lucha y la importancia de las bibliotecas, como la Rudy Lozano, con sus valiosos programas y gran colección de materiales. Nunca aparecieron los servicios de salud que ofrece la clínica Lower West, de la Ashland y la calle 17 del Departamento de Salud de la ciudad. Esta fue una concesión de la ciudad al barrio gracias a la gran labor de la Clínica Benito Juárez que se estableció en Casa Aztlán con un valioso grupo de voluntarios, entre ellos el doctor Howard Ehrman.

¿Dónde quedó la historia de la comunidad? Y ¿dónde las luchas por empleos en la CTA, el Servicio de Correos, el Hospital San Lucas y otras entidades? Ni siquiera se mencionaron las organizaciones de obreros que surgieron de una huelga contra la National Video Corporation de la calle 47, como la Asociación Pro derechos Obreros, AP, donde Pablo Torres y Raquel Guerrero jugaron un papel vital. CASA-Hermandad General de Trabajadores que luchaba por los derechos de los obreros indocumentados. Los Brown Berets que establecieron la clínica en Casa Aztlán. Los estudiantes de OLAS, la Organización de Estudiantes Latinoamericanos que se organizaron en varias secundarias y universidades y que establecieron su importante presencia en el edificio de la antigua iglesia de St. Joseph, en la Halsted y la 17 Place. Brotherhood Against Slavery to Adiction (BASTA), que ayudaban con problemas de drogadicción a los residentes del barrio. La guardería El Hogar del Niño y El Centro de la Causa, que dio origen a muchos servicios y a grupos como Mujeres Latinas en Accion.

Y qué me dicen de la Marcha de Zapata, a principios de la década de 1970, cuando miles de mexicanos marcharon del parque Harrison hasta el edificio del diario Chicago Tribune en el centro de la ciudad denunciando la publicación en su magazín dominical de un anuncio de los relojes Elgin denigrando la imagen de Emiliano Zapata. Fue organizada por OLAS y un grupo de líderes comunitarios y con la colaboración de El Informador, el único periódico en español del barrio.

Esta lista no es exhaustiva. Faltan muchos grupos e individuos por mencionar. Estos ayudaron a forjar con sacrificios y entrega la realidad cambiante y vigorosa de la Dieciocho. Muchas acciones e incidentes de resistencia y de denuncia e importantes celebraciones de victorias comunitarias estuvieron ausentes del documental.

 En resumidas cuentas, este documental dejó mucho que desear. Dejó enormes lagunas. Después de la enorme expectación creada por la extensa promoción que se le hizo, resultó decepcionante. Sin embargo, fue bueno como un primer intento, si es que se planea darle seguimiento a lo que se omitió. Esperemos que le sigan otros documentales más completos y que le hagan justicia a esta comunidad con una larga, dramática y difícil trayectoria, pero con una tradición de constante lucha y tenaz resistencia. Esperábamos y merecíamos algo mucho mejor. Para emplear una analogía, se necesitaba cubrir, investigar y presentar una narrativa acompañada de vibrantes imágenes de un gran océano, como el Atlántico, vasto y profundo y, en su lugar, nos presentaron la laguna del parque McKinley, superficial, demasiado pequeña y con muy poca profundidad. 

 

Carlos Heredia Ortiz nació y creció en la Ciudad de México. Llegó a Chicago a los 12 años de edad. Estudió historia, educación e historia latinomericana en la Universidad de Illinois en Chicago. Formó parte del Movimiento Estudiantil Chicano en Chicago y ha sido activista en los vecindarios de Pilsen, La Villita y otros barrios de la ciudad. Ha estado muy involucrado en Programas Educativos y ha sido miembro del Concilio Escolar de Chicago.