Las variaciones de Play

Las variaciones de Play

 

Play, Luis Alejandro Ordóñez
Ars Communis Editorial 2015, 142 páginas, $15.00, ISBN 978-0692476291

 

El venezolano Luis Alejandro Ordóñez ha publicado Play. Cada uno de los cinco cuentos de este libro nos habla de las variaciones que tiene esa palabra cuando la traducimos al castellano: jugar simplemente, tocar un instrumento musical, activar el botón del control remoto o —ya como sustantivo— una obra de teatro.

Los relatos de Ordóñez son de largo aliento; tres de ellos tocan el género de la novella. Han sido escritos con una prosa clara y directa, de escasas metáforas y pocos símiles, algunos, por cierto, muy acertados: “Sobre los testimonios de todos esos San Pedros se edificó una iglesia cuyo único evangelio era odiarme”. Ordóñez maneja una prosa periodística, lo que no quiere decir que carezca de carga literaria o poética. Cada relato fluye con la precisión de una crónica bien documentada. (Por cierto, ya son tiempos para dejar atrás la división entre periodismo y literatura. Recordemos que este año se ha otorgado el Premio Nóbel de Literatura a la periodista bielorrusa Svetlana Alexievich.)

El primer cuento de Play lleva por título “Chavela”. Es un relato de 34 páginas en el que se nos habla de la dinámica de cierta liga de voleibol cuyos equipos representan a las empresas de un parque industrial. El narrador, de nombre Luis, trabaja como corrector de pruebas en una de las empresas y es capitán del equipo de voleibol. “Ir a jugar con el equipo de la compañía se había convertido en la mejor parte de mi empleo”.

El conflicto lo genera una regla políticamente correcta que obliga a cada equipo a incluir entre sus filas a dos mujeres; en cierto momento el equipo de la empresa TecnoPlus admite a un par de jugadoras que han sido parte de las ligas profesionales de voleibol, “Chavela y compañía”, situación que pone en desventaja a los demás equipos, incluyendo al de Luis. ¿Al establecer esa regla, imaginaron los padres fundadores de la Liga que algún día una mujer podría jugar mejor que los demás hombres? ¿Y por qué debe generar conflicto la aparición de dos buenas atletas en una Liga definida como recreativa y de ningún modo competitiva?

El narrador parece preocuparse por el desequilibrio generado por la inclusión de “Chavela y compañía”; arguye que deben ser consideradas hombres y que por el bien de la Liga urge cambiar el reglamento, postura que no solo incomoda a las dos chicas sino a todos los capitanes de la Liga. El conflicto sigue en crescendo hasta que surgen en el lector preguntas relacionadas con el espacio en el que ocurre la historia. ¿Toma lugar en la Venezuela de hoy? ¿En Chicago? ¿Dónde? El narrador hace mención del origen griego de la cajera que trabaja en la cafetería de su empresa y él mismo habla de tiempos pasados en su país de origen.

¿Qué tan importante es dejar en claro el espacio y el tiempo en el que ocurre una historia? Hay cuentos de Kafka, Borges o Arreola que toman lugar en un espacio y un tiempo indefinidos. Sus personajes son arquetípicos y a ratos sentimos que estamos leyendo un mito fundacional. Las tramas de “El guardagujas” y “Las ruinas circulares” ocurren en cualquier estación de trenes y en cualquier selva del mundo. Sin embargo, hay cuentos que sí piden una ubicación y una época; solo así sabremos por qué se llama “Chavela” y no “Katie” y comprenderemos de paso la psicología de los personajes. Una disputa por infidelidad no la resolvían de igual manera las parejas en el siglo XIX y a finales del XX. Esa misma disputa, en el siglo XXI, en una urbe como Chicago, la resuelve de modo distinto una pareja de clase media y otra de clase trabajadora.

El narrador del cuento “Chavela” hace un análisis de las dinámicas de las compañías editoriales multiculturales, esas que resuelven todo por medio de teleconferencias y que asignan el desarrollo del contenido de los libros al subcontratista o outsourcing que haya presentado la mejor propuesta. Y aquí el narrador es contundente: “…y ‘mejor’ era jerga por ‘más barata’”. Es decir, poco importa que la empresa subcontratada maneje bien o mal la temática de un libro o que los traductores sean los más calificados. La ganancia parece ser el factor que más importa en el mundo editorial del siglo XXI. Este asunto toca los terrenos de la ética cuando se trata de elaborar los libros de texto con que se educan niños y jóvenes de cualquier país. Y aquí me pregunto si esas compañías no hacen uso del término “multicultural” de modo engañoso.

El narrador repite que para ser editor o corrector de dichas empresas es necesario fingir. “Mi cruzada para salvar el espíritu de la Liga me hizo soportable el tener que ir todas las mañanas a la oficina a fingir que estaba haciendo mi trabajo”. ¿Por cuánto tiempo se puede fingir que se quitan o se ponen comas? Al final, el mayor atractivo del relato no es el que genera la actitud machista de la Liga sino la irresponsabilidad con que se conduce la empresa editorial al crear un libro. ¿No es el narrador cómplice de ese fraude? ¿Por qué quiere cambiar las reglas de la Liga de Voleibol y no las prácticas de la empresa en la que labora? ¿Será porque representa su zona de confort?

 

La novella de la Propia Loba

“Vitalicio” trata sobre el miedo vivido desde el poder. El personaje central, Vitalicio, es alcalde de una pequeña ciudad y gusta de mantener un control férreo de los movimientos de sus colaboradores y de los miembros del Concejo Municipal. El monitoreo, ejercido desde un grupo llamado El Ojo de Saigón, es la revelación del miedo. Podemos deducir que entre los políticos hay de varios tipos. “No hay peor miedo en la política que ser tomado como bufón”, dice Francisco, narrador del relato y parte del Ojo de Saigón. ¿Qué le sucedió al alcalde cuando lo entrevistaron en la televisión local? ¿Qué aspecto bochornoso captó la cámara? En realidad poco importa. Hay que recuperar el video, que no se transmita esa entrevista. Hay que borrar la más mínima huella y que la población nunca se entere de una imagen bastante risible. Con esta historia, Ordóñez parece decirnos que los estadistas contemporáneos, neoliberales y socialdemócratas, reformistas y conservadores, no solo tienen interés en perpetuarse en el cargo; también les interesa la trascendencia histórica y cualquier imagen dice más que mil palabras.

La inseguridad del alcalde es la inseguridad de su gobierno. A lo que representamos le imprimimos nuestros aciertos y nuestras flaquezas. El alcalde Vitalicio parece no tener ningún acierto y sí muchas flaquezas. ¿Cómo se mantiene en el poder? Pues gracias a su grupo de vigilantes dirigido por Marianela, a quien el alcalde llama “mi Propia Loba”. Nos dice el narrador: “Luego, Marinela entró en el área de monitoreo, donde las televisiones, con computadoras y videocaseteras intentan registrar cada minuto de la realidad”.

 

El éxito a como dé lugar

Si la palabra play es una constante del libro, la otra es la mujer, específicamente la de la clase media de nuestros días. Se le identifica con el éxito deportivo (Chavela), profesional (La Nacha) o político (Marianela). La protagonista del cuento “Béverly” es una mujer celosa de la imagen que proyecta: para despertar los deseos de su marido, opta por ponerse unos implantes de senos, pero no como los senos de muchas señoras que tienen la plata para pagar la operación: han de ser unos senos únicos. La voz narrativa nos dice que el doctor le coloca “un par de amigas” que, además de grandes, emiten al tocarlas el sonido de una corneta. El plan de las siliconas no le resulta a Béverly Gil en el primer encuentro con su marido y, por supuesto, el doctor es acusado por mala praxis y por daños morales.

Cabe decir que cuatro de los narradores son hombres que pintan a los personajes femeninos con varios de los rasgos criticables de nuestras sociedades postmodernas. El consumismo, la voracidad, el ventajismo, etc. ¿Se tratará de una proyección de los narradores? ¿Será que el capitalismo ha igualado los géneros en todo lo que tiene que ver con la superficialidad y la práctica de las bajezas?

Fiel al estilo periodístico, con un ritmo que nos lleva, Luis Alejandro Ordóñez va mostrando situaciones y personajes, vivencias y resoluciones. Pone el punto final de cada cuento y deja que el lector lance las preguntas y pronuncie algún juicio.

 

RDR. Llegó a Chicago a finales de 1986. Desde 1992 se ha dedicado a la publicación de revistas culturales: Fe de erratas, Zorros y erizos, Tropel, Contratiempo El BeiSMan. En la actualidad es director del Colectivo El Pozo y es autor de la novela De zorros y erizos.