La isla que jamás he pisado

La isla que jamás he pisado

Enviado especial 
SEd, Miami, 2022. 304 páginas, ISBN 978-1737293767 

 

Me llamó la atención el título de la obra, Enviado especial pues hace alusión a la antología de reportajes escritos por Ernest Hemingway durante su juventud. Hemingway: el gran amigo de Cuba, la isla que le valió el Nobel con la historia de Santiago, el pescador. Cuba, la evocativa isla del encanto. Confieso que cuando supe de esta nueva antología, sentí un piquete en el corazón porque Cuba siempre ha sido parte de mí: soy de padre cubano. Nací con un pie en México y con el otro en el sueño de una isla que jamás he pisado y que, gracias a esta antología, he podido ver con los ojos de dieciocho escritores latinoamericanos residentes en Estados Unidos. A través de crónicas, ensayos y ficciones, los autores nos ofrecen un retrato nítido de un país carcomido por el salitre, abandonado por sus amigos rusos, empobrecido por el embargo estadounidense, y que milagrosamente aún flota en el Caribe, sostenido por la música, el baile y la esperanza. 

Pablo Brescia cuenta su experiencia durante un congreso sobre literatura fantástica, afirmando que “Cuba es el sitio de la utopía latinoamericana más significativo del siglo XX” y detalla lo alejada que está la isla de lo que Tomás Moro tenía en mente. Alba Lara nos habla de los vacíos y de cómo llenan de tristeza el ambiente. “Todo es viejo y escaso”. Si usted cree que el comunismo les hizo justicia a los cubanos, lea esta antología (o pregúntele a un venezolano cómo va eso), a ver si se le antoja comer “arroz con suerte”, como lo describe Pedro Medina León durante su “irresponsable” viaje a La Habana porque deseaba comprender a los cubanos “de los dos lados”. Tarea difícil si consideramos que hablar a gritos y al mismo tiempo es lo natural para un pueblo dividido por 90 millas de mar. La realidad es que hay dos Cubas: la continental y la insular. La que guarda rencor y la que espera un milagro. La que vive del capitalismo yanqui y la que vende infusiones misteriosas y se prostituye para sobrevivir. Melanie Márquez Adams estrecha esa brecha en su “inventario” de la isla, donde lo único que no cambia es el agua que la rodea. En sus “Tres Tristes Sastres” (Hello, GCI) Keila Vall de la Ville alude a la culpa del sobreviviente y de los sastres que visten a los “emperadores”. Oswaldo Estrada nos presenta la historia de una abuela amargada, y hace referencia a un hecho que es parte de mi propia historia familiar: “salieron con las joyas cosidas al abrigo”. ¿Será que todos los cubanos exiliados cuentan la misma historia? Parecería que la memoria colectiva del cubano es una superstición más. Anjanette Delgado pondera las consecuencias de separarse de un cubano workaholic y después de mucho back and forth, nos ofrece el playlist definitivo de la reconciliación (¡una joya!) Reconciliarse, algo que los inmigrantes tenemos que hacer al enfrentarnos a una realidad que con frecuencia implica aprender un nuevo idioma y acostumbrarse al clima. Not in Miami, chico. Camilo Pino nos cuenta cómo recién llegado a Miami, se dio cuenta de que Venezuela iba por el mismo camino. Cuba, ese país que evoca gritos de libertad y heroísmo; que el resto del mundo ha comercializado con la imagen del Che plasmada en banderines y camisetas, y que Gastón Virkel se rehusó a comprar. ¡Viva la revolución! ¿o será, la resolución? Para los que no la conocemos —como bien lo describe Gisela Heffes—, Cuba es un recuerdo lejano plasmado en una polaroid que poco a poco va perdiendo el color y se torna impreciso. Sin embargo, en esta antología Cuba se revela como el gran scam que continúa siendo y que Luis Alejandro Ordoñez tiene a bien comparar con los sinvergüenzas que nos llaman para estafarnos, y aun sabiendo que es un truco, les tomamos la llamada. María Mínguez Arias lo mira desde la perspectiva LGBTQ y advierte sobre la hipocresía de los políticos porque, como decía Serrat, “entre esos tipos y yo hay algo personal”. Juan Carlos Pérez-Duthie confirma que ir a Cuba es un ejercicio en desprendimiento. Ahí no hay carteristas (solo terroristas). Lo que va a suceder es que usted va a querer dejarle a los cubanos todo lo que lleva en la maleta porque la cuestión no es de dinero, es de suministro. No hay. ¿Y quién resiste la simpatía de un cubano? Mi madre no pudo. ¿Qué fue lo primero que le enseñó a hacer su suegra? Lo mismo que le enseñaron a Camila, la periodista venezolana del relato de Raquel Abend Van Dalen, “un cortadito”, porque por ahí empiezan los cubanos, por el café con azúcar. ADO nos da el tour de la Finca Vigía, la casa de Hemingway, mientras recuerda el viaje que hizo con su padre en la adolescencia, donde cuestiona la ideología de la izquierda y descubre a Enrique Lihn y a Reinaldo Arenas. Cuba, la isla que albergó y desechó a Néstor Almendros. Gabriel Goldberg traza dos líneas narrativas, una biográfica y otra autobiográfica para recordarnos que hay cubanos que no nacen en Cuba. Vera advierte que Cuba es el país donde ten dan un premio literario y te meten a la cárcel. Ulises Gonzales la define como “revolución y música…y también cine”, mientras nos cuenta de las experiencias con cubanos que han marcado su vida. La voz distinta es la de Xalbador García, quien exige —como Silvio en su Playa Girón— que dejemos a los cubanos que cuenten la historia de los cubanos. 

Enviado especial es una colección de dieciocho voces muy diferentes que plasman una visión personal de un pueblo que habita dos tierras, que vive dos realidades y que se resiste a ser cliché. Bien dijo mi abuelo al dejarle todo al régimen de Fidel: me quitaron todo, menos mi dignidad y lo que sé. Todavía no conozco a un cubano que no se sienta superior, y ¿quién lo va a negar? Nadie siente la música, ni baila, ni cocina, ni ama como los cubanos. Mejor lo expresa Fernando Olzanski, a través de su hermosa y lejana “Yandelis”: esa mujer que nunca se puede tener porque es mito, rebeldía y música. 

Hemingway estaría orgulloso de la calidad de esta antología y del calibre literario de estos relatos. Good job, Vera!