Jesucristo Superestrella en el Lyric Opera

Jesucristo Superestrella en el Lyric Opera


Shaun Fleming como Herodes. Foto: Todd Rosenberg

Jesucristo Superestrella, la ópera rock de Andrew Lloyd-Weber y Tim Rice, es uno de los íconos del teatro musical de la década de 1970, y en el 2018, los temas que aborda siguen tan vigentes como hace dos mil años. La obra, totalmente cantada, hace énfasis en las relaciones personales y políticas de Jesús. El musical relata la historia de los últimos siete días de su vida, contados desde la perspectiva de Judas. Es éste, su mano derecha, quien le advierte que de no cumplir con el cielo que ha prometido, sus numerosos seguidores podrían convertirse en sus verdugos. Judas y María Magdalena no saben qué hacer con su líder, uno que comenzó siendo hombre y ahora se dice hijo de Dios. Jesús, “el rey de los judíos”, es tan popular, que el rey Herodes, sintiéndose amenazado, lo manda matar.

Más de ochenta artistas entran, salen, suben y bajan sobre un escenario que incluye estructuras de dos pisos en cada lado, divididas por una enorme rampa en forma de crucifijo. La orquesta, colocada en el nivel superior de una de las estructuras, y los artistas, cantando con micrófonos portátiles, dan la sensación de estar en un concierto de rock. Jesucristo Superestrella es una explosión de música, canto y baile, salpicado de 90 libras de brillantina que asaltan los sentidos e invitan a pararse a bailar (cosa que no hice porque me hubieran sacado arrastrando).

Ryan Shaw, en el papel de Judas, impacta con su maravillosa voz y presencia escénica lo mismo que Mykal Kilgore (el apóstol Simon) y el impresionante bajo, Cavin Cornwall (Caiaphas, el sumo sacerdote de Israel). Heath Saunders, en el papel de Jesucristo, tardó en calentar motores, pero sacó la casta al cantar “Getsemaní”, la canción principal de su rol. Tocando la guitarra y con las luces de los reflectores rebotando en el recinto, se convirtió en una “superestrella”. ¿Por qué “Superestrella”?, me preguntó mi hija. 

Un carismático, atractivo y joven líder con miles de seguidores, dispuestos a hacer lo que les diga, hasta ir al fin del mundo, es una superestrella, hoy y hace dos mil años. Y un gran líder no se hace sin una buena suma de enemigos y detractores. Es una obra que invita a reflexionar sobre lo que significa ser líder, y también seguidor. Los políticos, tan carismáticos, tan buenos para prometer, antes de ser “superestrellas”, son hombres, tan falibles y vulnerables como lo fue aquel a quien le rezamos para que mande un buen candidato.

La obra tiene muchos momentos memorables, pero algunos de mis favoritos fueron la aparición de Herodes, portando un estrambótico vestido dorado con una cola de 10 metros (dándole un respiro de comicidad al drama), la representación de “La Última Cena” (llevada a cabo con precisión coreográfica), y el tema que le da título a la obra, “Superstar”, una electrificante pieza mezcla de rock y gospel. Jesucristo Superestrella es el mejor musical que he visto en muchos años, punto. El Lyric “echó la casa por la ventana” y se trajo al equipo de la puesta londinense ganadora del premio Oliver (el equivalente inglés del Tony estadounidense) al Mejor “revival” del 2017. ¡Imperdible! Se presenta en el Lyric Opera House hasta el 20 de mayo.

 

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Carolina A. Herrera. Escritora. Su primera novela, #Mujer que piensa (El Beisman Press), fue publicada en el 2016. Es parte de Ni Barbaras, Ni Malinchesantología de narradoras en Estados Unidos (Ars Comunis Editorial, 2017). Su historia es parte del Vol. 4 de la serie Today’s Inspired LatinaLife Stories of Success in the Face of Adversity (Mayo 2018). Es miembro del Consejo Editorial de El BeiSMan punto com, y contribuye a la revista con regularidad. Vive en Naperville, Illinois.