Inmigración: La lucha tiene que ser ideológica, política, legislativa, masiva y de resistencia civil

Inmigración: La lucha tiene que ser ideológica, política, legislativa, masiva y de resistencia civil

Voces en Miami. Foto: Alan Díaz/AP  

La administración de Trump dio un plazo al Congreso para dar una solución a la situación de los jóvenes con Acción Diferida. Seis meses de incertidumbre para los jóvenes y sus familias.

Los grupos de Dreamers y las organizaciones del Partido Demócrata, no tienen una estrategia para salir de esta crisis. Solamente se están enfocando en los 800 mil que están en el programa, pero no en el espectro general de los que no se acogieron al programa, muchos de ellos no lo hicieron, porque intuían el resultado de antemano.

En medio de huracanes, sismos y tsunamis, el gobierno de Trump anunció redadas masivas a mediados de septiembre. Parece que se retractaron. En realidad habría que preocuparse por esa posibilidad, yo no la descarto.

Quince estados han sometido una demanda para detener a Trump, buscando que los tribunales le impidan suspender la orden ejecutiva de Obama. Las demandas de los estados se basan en el carácter discriminatorio de la decisión, ya que cuatro de cada cinco recipientes de DACA son mexicanos. Además Jeff Sessions, procurador General de Estados Unidos, omitió explicar en su memorándum las bases jurídicas para terminar el programa. Los demandantes, esperan que los tribunales apliquen el mismo criterio que utilizaron contra la orden ejecutiva de Obama de la extensión de DACA s DAPA, que por mandato judicial fue prohibida su implementación, por no haber cumplido con el procedimiento para pedir comentarios y opiniones sobre la medida.

Para el movimiento que lucha por los derechos de los inmigrantes se presenta nuevamente una oportunidad para poner el debate de una reforma migratoria justa y humana en la mesa de nogociación. No se puede permitir la estrategia de dividir a la comunidad inmigrante. Esa estrategia fue en deterioro de la lucha histórica por los derechos plenos de los trabajadores sin documentos y sus familias. Al dividir a los inmigrantes, se creó una elite ficticia llamada Dreamers, que han dejado de lado las demandas que incluyen a la comunidad inmigrante en general.

Por otra parte, nadie puede reclamar a los jóvenes la batalla legislativa y de desobediencia civil que presionaron al Presiente Obama en Junio del 2012 a decretar la orden ejecutiva con el programa de acción diferida (DACA), que protegería temporalmente a los jóvenes que llegaron siendo niños a Estados Unidos. Dicha medida sirvió para salirle al paso a la presión de los “soñadores” y para asegurar el segundo periodo presidencial de Obama.

En el terreno legislativo, hay que reclamar el principio político: “Luchar por lo imposible, para lograr lo posible”.

El Presidente Trump ha declarado un periodo de seis meses para que el congreso resuelva la situación de los 800 mil inmigrantes amparados por DACA y si no serán deportados o enviados al limbo migratorio.

 El Senador Demócrata Dick Durbin y el republicano Lindsey Graham presentaron un proyecto de ley Dream Act, el cual en mejores condiciones fue rechazado por los republicanos. Por su parte, el congresista Luis Gutiérrez en la cámara baja presentó una propuesta de ley de Esperanza Americana, con el apoyo de Nancy Pelosi, que protegería a 1.8 millones de indocumentados. Desdichadamente, sabemos que Gutiérrez no ha logrado pasar ninguna ley significante en sus 20 años de legislador. Por ahora, es lo que hay en el terreno legislativo, pero lo que es necesario en este momento es abrir el debate público sobre una ley de inmigración justa y humana, aunque les tiemble la mano a los legisladores demócratas y el pánico antiinmigrante asedie a los republicanos.

El miércoles 13 de septiembre, Nancy Pelosi, representante minoritaria en la Cámara Baja y el Senador Schumer —Senador demócrata que apoya la propuesta de Durbin— se reunieron con Trump y reportaron a los medios que existían las bases de un acuerdo para un proyecto de ley que resolviera la condición legal de los estudiantes amparados bajo DACA, pero en la mañana del Jueves Trump, fulminante como liebre, publicó un tweet donde rechazaba que se hubiera llegado a un acuerdo. De gira por la Florida devastada, el presidente habló por los dos lados de la boca. Por un lado expresó su simpatía por los soñadores y por el otro dijo que no habría amnistía para ellos. Otra vez: los “soñadores” son parte del botín político de demócratas y republicanos bajo la sombra ambigua y convenenciera del presidente Trump.

Entre este estira y afloja, es primordial elevar el debate y la lucha inmigrante a la altura de la situación. La lucha tiene que ser ideológica, política, legislativa, masiva y de resistencia civil. Exijamos que una vez que se abra la rendija hacia la legalización, se presione y demande un debate amplio y que la conversación atienda a las nuevas condiciones de la inmigración, como acertadamente lo señaló el cineasta Alejandro González Iñárruti: “el 67% de las personas de México y Centroamérica que han inmigrado en los últimos 19 años, son refugiados económicos y no inmigrantes”.

 

Carlos Arango. Director ejecutivo de Casa Aztlán, en Chicago.