ELECCIONES Y RUPTURA CON EL PACTO PATRIARCAL. MORENA Y LAS CONTRADICCIONES DEL PARTIDO

ELECCIONES Y RUPTURA CON EL PACTO PATRIARCAL. MORENA Y LAS CONTRADICCIONES DEL PARTIDO

La voz de las mujeres en las calles. Foto: Cuartoscuro

 

#HistorizameEsta

 

Desde hace algunas semanas comenzó a solicitarse expresamente al presidente que rompiera con el pacto patriarcal preestablecido y se posicionara en contra de la candidatura de Félix Salgado Macedonio para la gubernatura del estado de Guerrero. Bajo la bandera del feminismo, esta exigencia comenzó a hacerse presente en las redes y fue replicada desde diferentes espacios; sin embargo, por lo que a mí respecta, el presidente no debería inmiscuirse de ninguna manera tanto en los procesos electorales que se lleven a cabo en su periodo de gobierno, como en la organización y resoluciones del partido que ayudó a fundar. En ultima instancia, las autoridades correspondientes a las que se les debería pedir que rompan con el llamado pacto patriarcal en este caso en particular es a las propias autoridades electorales (a nivel estatal y federal), así como a los líderes del partido MORENA (a nivel local y nacional). 

El argumento de que no se puede aceptar la postulación a un puesto público de un individuo (de cualquier género) que tenga cargos por delitos de corrupción (como es el caso María Eugenia Campos Galván en Chihuahua) y, sobre todo, de ataques sexuales (como es el caso de Félix Salgado Macedonio en Guerrero) es muy asertivo y por lo tanto ha sido bien acogido por una amplia parte de la población, a la que evidentemente me sumo; aunque no concuerde en pedirle al presidente que actué en este sentido.  

En todo caso, debería pedírsele que rompa con el pacto patriarcal en asuntos que están bajo su jurisdicción y por lo tanto reconozca que la legalización del aborto a nivel nacional (después de todo, lleva siendo reconocido en la capital del país desde hace más de una década y en el estado de Oaxaca desde hace poco más de un año) corresponde a un derecho de salud pública y reproductiva al que las mujeres en México (al igual que el resto de la América Latina) han buscado tener acceso desde hace tiempo. 

En este rubro sí debería actuar de manera contundente y enviar una iniciativa al congreso, tal como lo hizo su homónimo en Argentina, ya que indiscutiblemente se trata de un tema importante para el México actual (el de la #4T); por lo que su actuación en este tema será trascendental (aunque no vital) para trazar los lineamientos que definirán el rumbo que tomará el país (básicamente si el machismo seguirá imperando, si los pactos patriarcales se mantienen y se refuerzan, o si se comienza a contrarrestar nuestra cultura misógina y se construye un nuevo paradigma social que sea más incluyente).

Resulta curioso que tratándose de un hombre que ha mostrado en reiteradas ocasiones su conocimiento y problematización de los acontecimientos del pasado nacional, el presidente se muestre tan displicente con las demandas que se han formulado desde el movimiento feminista en este primer tramo de su sexenio (básicamente la legalización del aborto a nivel nacional y el reconcomiendo y atención al problema de feminicidios y violencia contra la mujer que impera en el país). 

Sin embargo, demandar que tome acciones en el campo electoral en función de esa ruptura con el pacto patriarcal me parece inoperante y hasta peligroso, porque en México se cuenta con la (amplia) experiencia de los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional en la mayor parte del siglo XX, como para saber que no es aconsejable (de ninguna manera) la intromisión del ejecutivo en cualquier tipo de proceso electoral y, mucho menos, su participación (directa o tras bambalinas) en el devenir de un partido (en este caso MORENA).

El uso político del que ha sido objeto el movimiento feminista por parte del grupo conservador que hoy en día se constituye como opositor del gobierno se ha registrado así desde el comienzo de la administración de AMLO, y ello ha sido favorecido con la renuencia del presidente para aceptar e implementar políticas públicas que atiendan las demandas legítimas del movimiento feminista con respecto al reconocimiento de un derecho de salud reproductiva en el tema del aborto y a un problema social que impera de manera histórica por la violencia ejercida sobre los cuerpos femeninos.

En todo caso, la ruptura con el pacto patriarcal que se le demanda al presidente debería ser asumida por la ciudadanía en su conjunto (hombres y mujeres por igual) ya que, como lo he expresado en otras ocasiones en este espacio, es en diferentes ámbitos y niveles de la interacción social en el que se registran y se replican comportamientos y normativas machistas que refuerzan y preservan un sistema patriarcal sumamente interiorizado (culturalmente hablando) en nuestro país.

Por otro lado, los ciudadanos que se postulen a un cargo de elección popular no deberían cargar a cuestas con acusaciones de actos ilícitos que los impliquen en algún delito, antes bien, desde los organismos correspondientes como el Instituto Nacional Electoral y los partidos que los postulen, debería regularse e imposibilitar este tipo de participación. Obviamente en el campo de la política se mueven muchos grupos e intereses particulares y MORENA, desde las elecciones del año pasado, ha mostrado las fisuras y contradicciones que imperan dentro del partido. 

En este punto, pese a que se constituye como la gran fuerza política que determinará el rumbo del país en la presente década, precisamente por su ideología de izquierda, también es justo señalar que el partido está repleto de una clase política que contraría sus estatutos fundacionales, que lo fractura y que lo lleva a seguir un modelo de status quo en la organización del sistema político que tiene como referente la experiencia del siglo pasado a través del PRI (después de todo, pese a que una nueva generación se ha ido incorporando a las filas de MORENA, el grueso de su militancia y líderes proviene del partido que gobernó México por más de medio siglo).

Sin embargo, atender estas contradicciones dentro de MORENA no es algo que le corresponda al presidente y, afortunadamente, eso es algo que él ha sabido entender muy bien; por lo que, definitivamente, con el paso del tiempo esto le será reconocido, al igual que otras de las acertadas acciones que ha emprendido en su proyecto político y puntualmente en el tema de la pandemia del Covid-19. Del mismo modo, será severamente criticado por la Historia si no atiende las demandas legitimas que se han pronunciado desde el movimiento feminista y que se circunscriben a su jurisdicción; así como si no toma medidas más severas para protegerse del virus actual (básicamente utilizar el cubrebocas y aplicarse la vacuna), ya que lo que sucedió hace unos días en plena conferencia mañanera cuando un individuo abordó al presidente demostró que, más allá del peligro al que está expuesto por su investidura y por su resolución de no contar con mayor seguridad, ahora también está expuesto a un virus letal que podría atacarlo por segunda ocasión.

En conclusión: como feminista no estoy en contra del gobierno actual y más bien me interesa participar en la construcción de un México más justo, por lo que apoyo el proyecto político de la #4T. Empero, ello no me impide externar mis desacuerdos ante ciertas acciones y posturas del presidente, sobre todo en lo tocante al derecho de salud reproductiva a nivel nacional, así como a la problemática de la violencia histórica que impera sobre los cuerpos femeninos y que se traduce en el creciente número de feminicidios. Como historiadora del siglo XX, definitivamente tengo claro que al presidente no debe demandársele que interceda en procesos electorales y muchos menos en el devenir de un partido. Por lo que a mí respecta, la derecha puede utilizar la bandera feminista y cualquier otra en función de sus propios intereses; pero, por mí parte, estaré aquí para desenmascararles cuando sea necesario.

 

Puedes contactar a la autora a través de su correo electrónico: berenicehepe@gmail.com