El despertar del Instituto Politécnico Nacional: un huélum que hace retumbar a México

El despertar del Instituto Politécnico Nacional: un huélum que hace retumbar a México

En 1936 bajo la iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas del Río se fundó el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Por decreto presidencial y de acuerdo a lo establecido en el artículo tercero constitucional, el IPN se creaba desde una perspectiva de educación socialista, abriendo la posibilidad para los hijos de los obreros, campesinos y militares de acceder a una instrucción técnica en consonancia con las necesidades de un país que se encontraba en proceso de creciente industrialización. En la actualidad, el IPN o “Poli” —como se le conoce popularmente— comprende ochenta y dos unidades académicas diseminadas en la ciudad de México y en varios estados de la República, y está constituido según el artículo segundo de su Ley Orgánica vigente como “un órgano desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública, cuya orientación general corresponde al Estado”. Así, a diferencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, que desde 1929 obtuvo su autonomía, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) entre otras, que fueron concebidas como centros educativos autónomos, el IPN depende directamente del Poder Ejecutivo Federal, por lo cual el nombramiento de las autoridades así como decisiones vitales para la institución se definen desde la cúpula del poder político.

Esta pequeña reflexión intenta abordar el estado actual de la institución, así como describir el momento político en el que el Instituto Politécnico Nacional se ha convertido en un actor visible para la sociedad mexicana a través de un incipiente movimiento que ha causado mucha expectación entre los diversos sectores de la población por su nueva presencia en el marco de actuación de los movimientos sociales en México.

 

Un nuevo reglamento por la madrugada y las primeras reacciones

El miércoles 24 de septiembre, la comunidad politécnica amaneció con la noticia de que un nuevo reglamento interno había sido aprobado por el Consejo General Consultivo del Instituto, supliendo así al vigente de 1998. La reacción ante la forma de decretar el reglamento por parte de las autoridades académicas no se hizo esperar; éste fue criticado principalmente por los estudiantes, que entre confusiones, certezas y rumores, comenzaban a organizarse desde sus unidades académicas. Estudiantes de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) de Zacatenco, visitaban a su similar de Tecamachalco para informar a los estudiantes y proponerles mediante una asamblea acciones inmediatas a seguir. A pesar de que hacia el exterior se había centrado la discusión en la aprobación de dicho documento, la ESIA Zacatenco tenía una demanda particular: la derogación del nuevo plan de estudios de la carrera de Ingeniería Civil. Como antecedente de este reclamo, el Maestro en Ciencias Demetrio Galíndez López le habría hecho llegar a la Directora General del Instituto Yoloxóchitl Bustamante una misiva donde externaba su preocupación e inquietud por el Plan de Estudios 2014, en cuya precipitada aprobación no se había incluido a la comunidad puesto que las decisiones se habían tomado entre directivos de la escuela y presidentes de las academias sin tomar en cuenta la participación de los demás académicos. Por otra parte, el nuevo plan de estudios excluía de la tira de materias unidades de enseñanza-aprendizaje de vital importancia como Ferrocarriles, Aeropuerto e Ingeniería de Tránsito, áreas estratégicas en el desarrollo del país.

En cuanto al Reglamento Interno algunas de las modificaciones importantes pueden ubicarse en la eliminación de los artículos 17, 18 y 19, que en el reglamento anterior correspondían al contenido, características y estructura del plan de estudios. Con la erogación del artículo 23 también fue eliminada la posibilidad de ser un estudiante de tiempo parcial, así como las diferentes modalidades educativas no escolarizadas: abierta, a distancia y virtual. El artículo 47 señala que si un estudiante no aprueba una materia en dos períodos escolares su caso tendrá que ser expuesto en la Comisión de Situación Escolar. Asimismo, muchos de los asuntos importantes son reservados para ser resueltos por el Reglamento General de Estudios publicado en la Gaceta Politécnica el 13 de junio de 2011. La mayoría de los artículos han sido recortados, cayendo en la imprecisión y en la sobreinterpretación normativa.

 

Aquéllos años de lucha

En la historia del siglo XX, el Instituto Politécnico Nacional se volvió protagonista político al menos en tres ocasiones importantes: la Huelga de 1956, y los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971. El 11 de abril de 1956 el IPN se fue a huelga seguido por la Normal Superior y muchos tecnológicos estatales. El alumnado se levantó como protesta ante el control excesivo por parte del gobierno solicitando entre otras cosas, una ley orgánica y un proyecto arquitectónico que pudiera satisfacer las necesidades de expansión espacial que por aquéllos años requería la institución. La reacción del gobierno no se dejaría esperar con el cierre del internado escolar el 23 de noviembre y la incursión violenta del ejército contra los estudiantes.

Por otra parte, es por muchos sabido que la presencia de los estudiantes politécnicos en el movimiento de 1968 fue determinante: lo que iniciaría como una trifulca callejera entre las vocacionales 2 y 5 del IPN y los estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena el 22 de julio de ese mismo año, culminaría con uno de los movimientos sociales más importantes en la historia de México. Participantes de las movilizaciones, mítines, campañas junto con la Universidad Nacional Autónoma de México y muchas otras universidades y escuelas, el IPN se sumaba a las demandas por una educación de gratuita de calidad, así como por la eliminación de los cuerpos represivos del Estado, entre otros aspectos. Fue el IPN en sus instalaciones en el Casco de Santo Tomás quien tuvo que repeler la presencia de soldados el 23 de septiembre y a muchos de los militantes del movimiento les fue arrancada la vida el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

Para 1971 el IPN junto con la Universidad Nacional Autónoma de México convocaría nuevamente a las movilizaciones, teniendo un fatídico final el 10 de junio, jueves de Corpus en el que las fuerzas paramilitares de los “Halcones” harían presencia vaciando sus armas contra los estudiantes cuyos cuerpos quedaron inertes en las calles adyacentes al Casco de Santo Tomás.

A partir de la década de los años setenta, muchas las unidades académicas se situaron en zonas alejadas de los núcleos importantes del Casco de Santo Tomás, Zacatenco y Ticomán. Así una nueva unidad de la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA) se inauguró en 1974 al sur de la ciudad en Tepepan y otra más, de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) durante el mismo año, en Tecamachalco en el Municipio de Naucalpan, Estado de México.

El resultado de la atomización fue que la distancia entre unas unidades y otras se hizo infinita, así como el diálogo y el contacto, que en muchas ocasiones se vio reducido a las competencias deportivas, mientras que estudiantes y profesores poco a poco olvidaban su heroico pasado y el espíritu originario de la institución.

Y la calle se volvió politécnica

El 25 de septiembre de este año los estudiantes politécnicos tomaron la calle de manera masiva por primera vez desde los hechos acontecidos en 1971. Miles de ellos, procedentes de diferentes escuelas marcharon hasta la Dirección General exigiendo un alto a la puesta en marcha del nuevo reglamento. Su presencia se convirtió en un trending topic en las redes sociales y primera plana en los diarios de mayor circulación. No obstante, la participación estudiantil iría en aumento, vocacionales y escuelas superiores irían cerrando sus puertas en los días siguientes, mientras que los estudiantes continuaban reuniéndose y tomando acuerdos sobre las próximas acciones que pondrían en marcha, entre ellas, la elaboración de un pliego petitorio al mismo tiempo que la directora anunciaba la presencia de grupos ajenos al Instituto. El pliego petitorio estaría conformado por cinco temas principales, como señala el diario La Jornada en su edición electrónica del 1 de octubre, a saber: la cancelación total del nuevo reglamento interno, la cancelación de los planes de estudio “que tecnifiquen la educación superior”, la destitución de Yoloxóchitl Bustamante como directora general del IPN, la salida de la policía bancaria e industrial de las instalaciones de la institución y que se eliminen las pensiones vitalicias de los ex directores”. De esta forma, se convocaba nuevamente a una marcha el 30 de septiembre que partiría del Casco de Santo Tomás a la Secretaría de Gobernación para entregarlo en mano al secretario Osorio Chong, comprometido a dar una respuesta para el viernes 3 de octubre.

La marcha inició a las 13:00 horas congregando a más de cuarenta unidades académicas en el Casco de Santo Tomás. A los contingentes politécnicos se sumaron otros solidarios de la Universidad Autónoma Nacional procedentes de distintos planteles así como de la Universidad Autónoma Metropolitana. Los contingentes salieron de la manera previamente acordada y se dirigieron al Circuito Interior. A su paso, se fueron añadiendo más personas y más voces. El silencio de las avenidas se nutrió de Huelums y también de Goyas que fueron entonados indistintamente por politécnicos y universitarios, a la vez que generaban un ambiente de cordialidad y camaradería estudiantil. “No somos porros, somos estudiantes” fue una de las frases que más se repetiría en respuesta a las afirmaciones contundentes de las autoridades y de los medios de comunicación masivos.

En su avance se fueron sumando algunos profesores, padres de familia, egresados y simpatizantes. Desde las ventanas y azoteas se ven carteles, camisetas, chamarras y se escuchan aplausos y gritos de apoyo. Los puentes peatonales están colmados de curiosos, pero también de gente solidaria. La entrada del contingente a un túnel permite que las porras y consignas se escuchen a la distancia.

Esta marcha también se ha convertido en el escenario de lo insólito: los automovilistas que circulan a contraflujo de la marcha tocan el claxon, graban imágenes con sus teléfonos, sacan los puños por las ventanillas en señal de aprobación. De pronto, aparece un autobús de la policía auxiliar, que sorprende a los que se dirigen sobre el circuito, todos los policías, sin excepción sacan las manos por las ventanillas y el conductor hace sonar el claxon de manera rítmica. La marcha desemboca en el monumento de la Diana y el grito de “el que no brinque es Yolo” hace retumbar hasta los postes de luz. En el recorrido sobre Reforma, al pasar por el nuevo edificio del Senado, ocurre también algo inesperado: cuando los contingentes están dispuestos a gritar consignas contra los dirigentes, se ve en sus rostros desconcierto, en una ventana un gran letrero anuncia “Todos somos Politécnicos”.

Los organizadores alertan contra la presencia de Porros por lo que piden que los politécnicos se identifiquen con sus credenciales y “cierren filas” con cordones y con los brazos. Los helicópteros sobrevuelan despertando rechiflas y “mentadas de madre”. En las glorietas de Reforma, aparecen los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas quienes gritan a una voz “no están solos”; estudiantes de universidades y escuelas privadas muestran sus carteles con frases solidarias. Así, después de más de cuatro horas de camino bajo los intensos rayos del sol, el gran contingente exhausto llega al edificio de la Secretaria de Gobernación donde finalmente sus representantes son atendidos en un templete por el secretario. Así la marcha llega su fin y aunque las fuentes oficiales no llegan a un acuerdo respecto al número de asistentes, algunos medios anuncian un número mayor a cincuenta mil.

 

Las tareas

Hoy 2 de octubre, el Instituto Politécnico Nacional hará presencia en la marcha que conmemora la masacre del 2 de octubre de 1968. “Dos de octubre no se olvida” mientras se espera una respuesta. Es un momento histórico en el que los protagonistas habrán de decidir si su demanda se limita a la dimisión de la directora y la derogación del reglamento interno o si es tiempo de empezar a considerar la viabilidad de un Instituto autónomo, que más allá de contar con una Ley Orgánica pueda decidir por su presente y futuro, dada la importancia que esta institución tiene y ha tenido para el desarrollo nacional.

Mientras todo esto ocurre, en la Normal de Ayotzinapa, en Guerrero, se suscita por enésima ocasión un hecho sangriento, una vez más, pero con un potencial de violencia nunca antes visto: en la madrugada del 26 de septiembre estudiantes de la normal han sido interceptados por un comando armado que les disparó a quemarropa en Iguala matando a seis personas, una de las cuáles fue encontrada desollada y teniendo hasta el momento a 38 personas desaparecidas. Mucha oscuridad envuelve a este suceso en donde no se sabe a ciencia cierta si quiénes asesinaron a los jóvenes son los veintidós policías detenidos o si los jóvenes han sido víctimas del crimen organizado que asola a la región y al país. La marcha del 2 de octubre deberá incluir entre sus consignas un clamor de justicia por los jóvenes guerrerenses. A cuarenta y seis años del acontecimiento fatídico, los estudiantes siguen siendo víctimas, sin que se respeten sus garantías individuales. Los crímenes de Estado se han incorporado por décadas a la cultura política mexicana.

¿Será posible que los estudiantes politécnicos hagan suya la demanda de justicia de los normalistas? ¿Será posible la conformación de un frente amplio estudiantil que pugne por una educación universitaria gratuita de calidad? ¿Será posible luchar por una autonomía politécnica? Sin duda, el reto es muy grande, y solamente el tiempo habrá de mostrar si las demandas estudiantiles pueden trascender más allá de la deposición de las autoridades politécnicas e incidir en la vida nacional.

♦ 

Olivia Domínguez Prieto. Maestra en Antropología y Doctora en Urbanismo por la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Autora deTrovadores posmodernos. Músicos en el Sistema de Transporte Colectivo metro (2010).

♦ ♦ ♦