Descubriendo a las pintoras mexicanas opacadas por el muralismo revolucionario

Descubriendo a las pintoras mexicanas opacadas por el muralismo revolucionario

La mujer en la historia del arte mexicano es prácticamente invisible. Esto es comprensible si vemos el contexto desde principios del siglo pasado (para no irnos muy lejos), en tiempos donde los medios de comunicación masiva se limitaban a unos periódicos y transmisiones de radio, aquí las creadoras plásticas aparentemente son de menor importancia, pero no es así. 

Me remonto a los tiempos después de la Revolución Mexicana en una sociedad con niveles tan altos de analfabetismo y con pocos periódicos como El Demócrata, Regeneración, El Demófilo, El Ahuizote o El hijo del Ahuizote todos censurados por el porfiriato. En este contexto las imágenes se pueden convertir en un arma poderosa. Siempre hubieron y habrán desde moneros (su aporte es valiosísimo) hasta muralistas pro y contra del sistema. El gobierno lo ha sabido siempre y ha puesto cartas en el asunto. 

A finales de la década de 1920, pasada la Revolución Mexicana, quedó un país todo fregado por las consecuencias del levantamiento armado nacional. Así que había que poner orden en una sociedad fragmentada y lastimada Se buscaba unificar al país ya que es más fácil controlar a un pueblo con un sólo cuerpo, una sola identidad, que a la gran diversidad cultural mexicana.

El muralismo mexicano postrevolucionario dejó de ser una expresión estética para cumplir una función social. Fueron tres los grandes muralistas reconocidos: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros (en lo personal considero a este último como el más auténtico). Dicho movimiento  buscó enaltecer el pasado precolombino a través del arte y el Estado jugó un papel muy importante para lograrlo. De ninguna manera desdeño la importancia del muralismo mexicano, pero hay que entender que fue funcional al sistema en esos momentos de reacomodo político y social. Este movimiento como propagador de ideas buscó glorificar los logros de la revolución, colocando a los indígenas, obreros y los de abajo como los nuevos protagonistas e hizo énfasis de una manera maniquea en que la burguesía representaba a los malos de la película. Sin embargo, muchos de estos murales se pintaron en edificios gubernamentales, con todo lo que implica.

En este periodo postrevolucionario las mujeres artistas no tuvieron cabida aunque su obra haya tenido un fuerte e importante discurso, no fueron funcionales para la misión del Estado. Entonces, ¿Cómo fue que Frida Kahlo logró destacar tanto?

Frida tuvo voz propia y un estilo particular en su obra, pero no olvidemos que Kahlo fue esposa de uno de los tres gigantes de dicho movimiento; sin embargo, eso no era suficiente ya que no pasó lo mismo con Angelina Beloff —primera esposa de Rivera, también artista plástica—, quien vivió en México desde la década de 1930 hasta su muerte en 1969. Frida, a mi parecer, sobresalió más que el resto de las pintoras mexicanas debido a su cercanía con este grupo de élite en la plástica mexicana aunado a que tanto su imagen como su discurso eran funcionales a lo que se necesitaba y se difundía de esta “nueva identidad mexicana”. 

Se dice que Frida rompió esquemas y paradigmas, pero es asombroso que de la primera muralista mexicana, Aurora Reyes, no se tenga ese referente tan importante. Aún siendo compañera ideológica y de jarra de Frida, pasó casi desapercibida hasta hace poco.

Reyes fue militante desde muy joven en el Partido Comunista Mexicano. Fue de las artistas que fundaron la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, fue lideresa del grupo feminista Las Pavorosas y cercana a poetas estridentistas. Como dirigente sindical promovió la creación de las primeras guarderías para los hijos de las trabajadoras del magisterio (fue docente de educación primaria por 37 años) y dio todo su apoyo a la lucha de las mujeres por obtener su derecho al voto y a ocupar puestos de elección popular. Desde su primer mural Atentado a las maestras rurales (1936) dio muestras de convicción política y talento artístico que poseía, pero tanto este como los siguientes seis murales que le siguieron siguen siendo casi desconocidos, sin contar toda su producción de obra de caballete que estuvo a la sombra de las grandes figuras de la época. Afortunadamente esto está cambiando gracias al esfuerzo de sus nietos Ernesto y Héctor Godoy (entre muchas otras personas) que buscan que salga de las sombras la obra de Reyes. Se acaba de publicar un libro biográfico completo: Aurora Reyes: Alma de Montaña, de Margarita Aguilar Urbán.

Por otra parte, Dolores Velásquez Rivas, mejor conocida como Lola Cueto, formó junto con Siqueiros y otros pintores la primera escuela al aire libre. Cueto fue la única mujer del grupo y también fue de las fundadoras de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios. De este grupo nacen los primeros muñecos guiñol en México. Se le conoce como artista plástica, tejedora, teatrera y alfabetizadora ya que además de su producción artística, formó tres compañías importantes cuya misión era didáctica y pedagógica: Rin-Rin, El Nahual, y Colorín. Estas se dedicaban a dar funciones públicas de teatro guiñol en espacios citadinos y rurales con historias de personajes fantásticos producto de su imaginación. 

Pero cómo dejar de lado a una artista como Carmen Mondragón, quien nació en el seno de una familia acaudalada del porfiriato por lo cual tuvo la oportunidad de cursar su educación básica en París. Mantuvo una relación con Gerardo Murillo (Doctor Atl) y en esa época asumió el nombre de Nahui Ollin. Fue atrevida, libre y rebelde, precursora de la minifalda en México. La sociedad la calificaba como descarada, libertina y perturbada. Olin prodigó su cuerpo, se retrató desnuda, hablaba sin prejuicios, rompió esquemas. Fue una mujer que siempre gozó y exaltó su sexualidad. La gente incapaz de comprender, la consideraba loca. Compartía la bohemia con José Vasconcelos, María Izquierdo, Frida Kahlo, Rivera, Orozco y Siqueiros así como con otros personajes importantes dentro del cine y la literatura mexicana. Al final de sus días sola y rodeada de gatos, su lucidez se deterioró. Andaba por la calle vestida con harapos y decía que era la dueña del Sol: cada mañana, lo hacía salir con su mirada y cada noche lo devolvía al ocaso.

Ellas son algunas de las pintoras mexicanas que hemos mantenido casi en el olvido, pero se pueden mencionar a muchas más, como a María Izquierdo. Ella fue la primera mujer en exponer fuera de México y se alió con Tamayo en contra del monopolio discriminador de los muralistas. “Es un delito ser mujer y tener talento”, expresó en 1953.

Cordelia Urueta es otra de esas pintoras olvidadas, conocida como La Gran Dama del Arte Abstracto en México, siempre estuvo alentada por el Dr. Atl para pintar. Urueta declaró: “Estoy interesada en la denuncia, en la protesta contra la injusticia, contra la opresión y especialmente contra el silencio”. O Rosa Ronalda... Olga Costa... Lilia Carrillo... Celia Calderón… 

Me gusta la obra de Kahlo, he visitado varias veces la Casa Azul, y desde hace más de dos décadas fue un referente importante para mí; sin embargo, no sé cómo ella tomaría ella el hecho de que se ha comercializado y explotado tanto su imagen (así como la de El Ché y, en su tiempo, El Sup Marcos, entre otros) ya que ahora encontramos su imagen en todo tipo de mercancía. El año pasado pinté mi primera Frida, un poco desconcertada, provocativamente sentada en una caja de periódicos de ofertas, con su twitter y su Like... Frida en el capitalismo y la era de las redes sociales.

Es evidente que la plástica mexicana es muy rica y variada, si a estas artistas se les hubiera contado sobre los alcances que tiene internet para difusión de ideas, imágenes, con todo lo que implica, no sería más creíble que los pensamientos más fantásticos de Asimov. No cabe duda de que la internet es una herramienta poderosa que hoy en día podemos utilizar para investigar, descubrir y sacar de la sombra lo que ha estado opacado, en este caso, las grandes de la plástica mexicana.

Alma Domínguez. Artista plástica originaria de Chihuahua. Radica en Chicago.

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