Cartel Land: paralelo absurdo

Cartel Land: paralelo absurdo


 

El Music Box presenta en estos días un documental que trata sobre las autodefensas en Michoacán y un grupo de vigilantes en Arizona. Dicho más específicamente, el director Matthew Heineman busca armar un paralelo entre el caso del doctor José Manuel Mireles, vocero de las autodefensas michoacanas, y Tim Foley, líder del grupo Arizona Border Recon.

¿Se sostiene el paralelo de estas dos historias? De ninguna manera.

Podría suponerse que Mireles lucha por el bienestar de lo que considera su patria chica (Michoacán) y su patria grande (México). Lo mismo Foley, que parece preocuparse por la invasión de indocumentados y narcotraficantes en lo que toma como su patria grande, su patria blanca y protestante.

El documentalista falla al evaluar los contextos: Michoacán sí vive bajo el constante acoso de los carteles y del gobierno federal. Como se puede ver en la cinta, Los Caballeros Templarios “cobran piso” a los propietarios de fincas de limón y aguacate, secuestran, torturan y asesinan, todo en convenio con las autoridades de los tres niveles de gobierno. En febrero de 2013, la impunidad y el vacío de poder llevan a la población de Tepalcatepec, lugar de origen y residencia de Mireles, a tomar las armas y hacer justicia por su propia mano.

En la cinta también vemos a un grupo de narcotraficantes (¿templarios convertidos en autodefensas?, ¿autodefensas transformados en los nuevos viagras?) “cocinando” las libras de cristal (o metanfetaminas) que han de ser puestas en el mercado en los días siguientes. Uno de los “cocineros”, acaso pensando en la gran demanda que existe, señala que “este negocio no se va a terminar nunca”.

Arizona no vive la invasión que pretenden detener Foley y su grupo; en los 98 minutos de la cinta no se ofrece un registro visual de cientos o decenas de personas tratando de librar el muro fronterizo o buscando cruzar el desierto de Arizona; no vemos siquiera a un grupo de narcotraficantes transportando los kilos de cristal a sus espaldas o en camiones; casi al final del filme sí atestiguamos el arresto de seis o siete inmigrantes pero nunca se muestra lo que cargan en sus mochilas.

Los miembros del Arizona Border Recon olvidan que la crisis económica iniciada en 2008 paró casi por completo la inmigración sin papeles de México y Centroamérica a Estados Unidos. A sabiendas de que el cruce se volvía más y más complicado, los indocumentados que radicaban al norte del río Bravo hasta ese año optaron por no regresar temporalmente a sus pueblos y han buscado otras opciones laborales en épocas de frío. Y los jóvenes del sur que acaso planeaban emigrar vieron frustrados sus sueños ante la crisis, pues ya no tenía caso arriesgar la vida para llegar a un país con desempleo y salarios cada vez más bajos.

¿Quiénes son los miembros del Arizona Border Recon que vemos en la película? Sobre todo veteranos de las fuerzas armadas que no pueden mirar que el problema de la droga en Estados Unidos está más conectado con la demanda, una especie de hambre que hay que saciar a toda costa. Si en algo pueden contribuir es criticando y ofreciendo alternativas a la gran demanda. Olvidan (o creen desconocer) que en este país el 10% de su población ha consumido algún tipo de droga ilegal en los últimos 30 años. Si fuesen congruentes con su discurso, dirigirían su vigilancia y sus metralletas hacia las high schools y las universidades, a los centros nocturnos y de recreación, y ayudarían a los cuerpos policiacos locales.

Los del Arizona Border Recon no se han preguntado por qué en un país que ha alcanzado niveles de comodidad y entretenimientos sin precedentes (ciudades y pueblos en los que se puede encontrar prácticamente de todo), hay tanta adicción a drogas ilegales entre sus jóvenes y a drogas legales entre su población adulta.

Pero no:, parafraseando a Sartre, el infierno siempre es el otro.

¿Será que el consumo de estupefacientes, además de negocio, se sigue viendo en Estados Unidos como un pecado? ¿Seguirán pensando que su casa pura y limpia ha sido manchada por el otro? El mismo Tim Foley asegura haber sido adicto varios años, y ahora parece dirigir a su grupo de vigilantes en una suerte de expiación.

El racismo es un prejuicio con poder. En el caso de los vigilantes de Arizona, el poder se lo otorgan las armas. Esas mismas armas en el caso de Michoacán han sido utilizadas para controlar el negocio de la droga, un negocio sangriento y devastador y cada vez más poderoso.

Es verdad que la mayor parte de la droga producida en Michoacán y Guerrero y Sinaloa termina en Estados Unidos, pero el trasiego no se lleva a cabo a paso de hormiga a lo largo de la frontera. ¡Qué ingenuidad! Hay autoridades mexicanas y estadounidenses de bajo y alto nivel que participan del proceso; hay empresarios, banqueros y transnacionales que ayudan a blanquear el dinero; hay productores de armas que se benefician de la supuesta guerra contra el narco. Son aspectos que dejan de lado Heineman y por supuesto Tim Foley y los del Arizona Border Recon. Cierran los ojos para no ver que el problema no es de la oferta sino de la demanda.

 

Raúl Dorantes. Llegó a Chicago a finales de 1986. Desde 1992 se ha dedicado a la publicación de revistas culturales: Fe de erratas, Zorros y erizos, Tropel, Contratiempo El BeiSMan. En la actualidad es director del Colectivo El Pozo y es autor de la novela De zorros y erizos.