Bidrioz: el desarraigo y la angustia de escribir

Bidrioz: el desarraigo y la angustia de escribir

 

Bidrioz, Raúl Dorantes
Ars Communis Editorial (Colección Riolago), 2015, 146 páginas, $15.00, ISBN-10: 0692457496, ISBN-13: 978-0692457498

 

Bidrioz es una selección de cuentos que nos hablan de la experiencia de vivir donde no se ha nacido. Son cuentos que muestran un constante vaivén de nostalgias y luchas cotidianas en tierras extrañas. En estas luchas se cuestiona constantemente el lugar en el que estamos o deberíamos estar.

Para hablar del tema de la inmigración, el autor de estos relatos no se vale del dato esterilizado de la estadística o de la citación académica. Nos da cuenta de emociones tales como el extrañamiento (no pertenecer al lugar donde se llega) y la circunstancia física del desarraigo (el expatriado). Raúl Dorantes analiza esta problemática desde su propia experiencia. Asimismo, intenta revelar que el grupo social de inmigrantes está expuesto al “síndrome” del extrañamiento por causas que tienen que ver no sólo con su situación apátrida sino también con una realidad desclasada al no ser parte central de un grupo dominante.

 

La literatura del desarraigo

De entrada, llaman la atención dos aspectos de Bidrioz: el perfil “inicial” de una posible literatura del desarraigo y cierta impaciencia en el proceso creativo de un escritor.

Debido a la inmensa geografía de Estados Unidos, los paraderos inesperados acechan a los que se aventuran buscando nuevos puertos. Los escritores hispanoamericanos radicados en este país todavía no se han constituido en un movimiento literario; tampoco se integran a una generación específica ni a un grupo definido por intereses comunes o estéticos. Se encuentran diseminados a lo largo y ancho del país y cada región tiene sus propias características. No es lo mismo escribir en Miami, California o Nueva York porque en cada región predominan ciertos grupos con un origen en común. El plato que los une, si acaso, es la calidad de expatriados.

Dorantes se circunscribe en el Medio Oeste norteamericano. Si la literatura chicana tiene ciertas características propias —cambios frecuentes de códigos entre el inglés y el español en el mismo texto—, ¿cuáles serían los elementos de una literatura del desarraigo como un subgénero latinoamericano? ¿Estaría la literatura de Dorantes situada dentro de este subgénero?

El discurso narrativo de Dorantes evoca ciertas características que podrían conformar la literatura del desarraigo: sus historias se sitúan en el Medio Oeste —no en su tierra natal—; sus temas estimulan los recuerdos, evoca el pasado y exacerba la nostalgia y la soledad. Es autorreferencial tanto de lugares como de amigos; experiencias lejanas que se intercalan en el presente; sucesos históricos o culturales del lugar de origen; elementos autobiográficos que se idealizan como metáforas e imágenes salpicadas con palabras en inglés; el choque cultural que da fe que se ha vivido en otras latitudes.

Las historias de Bidrioz nos hablan del origen vivencial del autor. Se desarrollan al norte del río Bravo. Se puede ver en Dorantes que ha preferido la ruptura con el pasado. Que ha optado por las vivencias inmediatas, por un viaje de introspección psicológica y por la experiencia emocional de su caminar en estos lares.

Dorantes nos muestra personajes que se mueven en el biculturalismo y en situaciones socioeconómicas diversas. Se expresa en dos idiomas; una lucha donde un idioma se vuelve dominante —español— y el otro —inglés— lo acribilla constantemente para generar la idea precisa.

Si bien el autor casi no menciona la palabra inmigrante, nos damos cuenta que los personajes principales y secundarios han emigrado a este país. Dorantes nos habla de espacios muy familiares para los que vivimos el desarraigo en el Medio Oeste: Chicago, Milwaukee, las playas del Lago Michigan, Evanston, la avenida Ashland, etc. Estos lugares están intercalados en un constante ir y venir con otros espacios (la frontera, San Juan del Río, San Cristóbal de las Casas), como si fueran puntos de comparación, paralelismos o divergencias. Es una gran madeja de espacios que el autor va tejiendo en cada una de sus historias. El engranaje oculto de cada cuento se apoya en tiempos y espacios precisos bajo una perspectiva de dimensiones psicosociales y sociológicas basada en la propia experiencia del autor.

Dorantes recurre a lo subjetivo e individual para mostrar la dura realidad que vive el inmigrante; llega al corazón de la experiencia cotidiana de las vivencias únicas e irrepetibles en lugares ajenos. Rescata las esperanzas y quizá la reconstrucción de un punto referencial para empezar a hablar de una identidad que nos distinga como expatriados.

Bidrioz oscila entre la realidad física en la que estamos y en un estado mental que nos recuerda constantemente el lugar de partida o quizá el siguiente paradero. Esta dicotomía se permea constantemente en los cuentos y nos lleva a lo más hondo del sentimiento de extrañeza.

Todos los cuentos están enmarcados por el colapso de límites espaciales. Son el campo abierto en el que se desplazan los personajes de cada historia. El narrador de “Cromagnon”, por ejemplo, se traslada cuantas veces le sea posible desde las playas del Lago Michigan (en Chicago) hasta Denver y de nuevo desciende a las playas del Lago Michigan. Esta ubicuidad flexible de los personajes representa el estar partido en más de dos lugares al mismo tiempo. El recién llegado dependerá en parte de las circunstancias del arribo; ya sea que venga de Latinoamérica, de Europa o de otras latitudes. Aquí nos emparejamos emocionalmente.

Otra característica del desarraigo es la invisibilidad —pasar desapercibido—. Sin que importe el trabajo que se ejerza, ya sea en la industria de los servicios, de autómata en la línea de una factoría o de maestro de español, a todos los latinoamericanos simplemente se nos mete en el mismo saco y se nos convierten en “hispanics”. En ocasiones no es necesario tener una buena o mala educación. Como inmigrantes, tener o no tener documentos nos asignará un papel sin rostro. Nos volvemos invisibles: “Esa misma tarde tú lo bautizaste con un diminutivo porque su cuerpo correspondía al de un guatemalteco o boliviano, a lo mucho treinta años, casado, con hijos, muy posiblemente indocumentado. ‘Solo nos falta verle el rostro’”. (Raúl, 18)

En “Cromagnon”, el autor capta la volatilidad del caminante que se deja venir sin ningún plan trazado, se llega por inercia y a partir de ahí simplemente se vive: “Karen quiso volver a su país y un 10 de abril amanecimos en Chicago. Yo no estoy hecho para el asfalto y el acero. El siguiente 10 de abril ella se trasladó a Boston y yo me vine a Denver, luego Aspen…” (Dorantes, 19)

Sin duda, la otredad debería ser en términos generales una característica más de la literatura del desarraigo. Podríamos decir que en Bidrioz hay una gran dosis de la noción de lo otro como elemento indispensable para ir al fondo del discurso. La otredad o la existencia de uno mismo a través de la mirada del otro es una constante en esta obra. Este concepto se ve en el cuento “Los múltiplos de Tulio”: “Volteé y entre las estibas descubrí a un hombre con gorra del Club Pachuca. Así de golpe fue como cuando nos vemos de cuerpo entero en un video; el tipo era regordete de bigotito, menos alto. Pero no había duda: era yo mismo con diferente tren de vida. (Dorantes, 66)

 

La angustia por la creación

Además de palpar algunas de las características de la literatura del desarraigo, en esta colección podemos captar la angustia del autor por el proceso creativo. Pareciera que las relaciones de pareja pasan a un segundo plano para llegar al centro de su preocupación: el proceso creador: “No, Alexa. Yo solo quiero escribirte del Cromagnon. Vi el semblante de su rostro el 10 de junio, no era el artista sino el arte creándose a sí mismo sobre una piedra casi rectangular. Aquel semblante me hizo ver que es posible ser artista en la ciudad o en la montaña, para uno mismo y para todos, sin tener que poner dos iniciales en la esquina inferior derecha de la obra.” (Dorantes, 19)

En “Cromagnon” se puede apreciar la universalidad del discurso. Esta preocupación por el quehacer literario también la vemos en la estructura de cada cuento en términos de la aplicación de los tiempos verbales. En “Informe sobre Ayala” (presente, pretérito imperfecto y futuro –reminiscencia de Aura–). En “La niña del presidente” se ve otra vez la inquietud del autor por hacer referencias a la forma de escribir: “Es normal que en el oficio de redactor de notas prevalezca el “dijo” o el “fue”. Igual puedo decir del que escribe historietas para niños. Pero yo siempre quise ubicarme en el presente simple […]” (Dorantes, 29). En “Bidrioz” observamos que el arte de escribir se aprende: si se quiere escribir, hay que escribir; como ya se ha dicho: el escritor se hace, no se nace: “Sobre todo a la Luqui le pido que escuche mis consejos, hasta que encuentre su propia voz”. (Dorantes, 47)

Pareciera que la intención del autor ha sido entregarnos las historias como si fueran percibidas y no como si fueran contadas. Se distingue una posible “técnica”, la del “extrañamiento”. Es como si las sombras no rimaran con el cuerpo. Hay un escalofrío eléctrico que separa al amasijo celular de la realidad circundante. Los pensamientos dan tumbos de escenario en escenario. La percepción circunstancial difumina la percepción cotidiana automatizada dándole vida propia a cada historia. Lo opuesto a esta “técnica” de extrañamiento sería la docilidad de la historia lineal. En Bidrioz vemos personajes humanos que han emigrado en busca de algo, pero totalmente extrañados y desencajados del lugar que han adoptado.

Podríamos hablar de cada cuento, pero mejor se hace una invitación al lector para descubrir otras características de la literatura del desarraigo; delinear una posible técnica de cómo es el proceso del discurso del autor; analizar las fábulas y llegar a una posible conclusión.

¿Podríamos hablar ya de una literatura del desarraigo?

 

Rafael Ortiz-Calderón, escritor mexicano, reside en Chicago desde 1989. Es catedrático en la Universidad de Roosevelt, Instituto Cervantes de Chicago y en los Colegios de la Ciudad.

El poeta Rafael Ortiz-Calderón participará en la lectura de poesía en la Feria del Libro de Autor@s Latin@s de Chicago el sábado 31 de octubre, 6:00 pm en St. Augustine College, 1345 W. Argyle, Chicago, IL.