‘Aquí hubo una mujer’, de Kianny N. Antigua

‘Aquí hubo una mujer’, de Kianny N. Antigua

‘Aquí hubo una mujer’, de Kianny N. Antigua
Book # Smith, 2018, 136 páginas, $11.99, ISBN-13: 978-1718865327

 

La escritora dominicana Kianny N. Antigua reúne 15 relatos cortos en su libro Aquí hubo una mujer (2018). No se trata de cuentos cualquieras, sino historias que han sido premiadas en diferentes concursos en los últimos años. La selección garantiza una marcada calidad a lo largo de todo el volumen, donde se cruzan las historias más cotidianas sobre amor, desamor, maternidad y migración, con otras muy sórdidas, que dibujan cuerpos violentados y abandonos familiares.

Una de las características de la prolífica obra de Antigua es, precisamente, su inclinación a escribir sobre temas que se salen tanto del lugar común como de las discusiones fáciles. El lenguaje de la autora es desinhibido, sin llegar a coloquialismos. Los temas de sus cuentos hacen honor a estas formas. Así “Pánfilo”, relato inaugural, sondea una historia donde se cruzan formas de poder que bordean la pedofilia. Pánfilo, profesor en un colegio, es acusado de tener relación con una alumna. La sorpresa, sin embargo, aparece en la reacción de su esposa ante el suceso.

Como Minerva, la esposa de Pánfilo, otros personajes femeninos muestran las construcciones dramáticas más complejas. Tanto en “English Session II en español” como en “Su sombra”, dos jóvenes enfrentan embarazos no planificados en diferentes momentos de sus vidas. La belleza del segundo, “Su sombra”, radica en cómo se entrecruzan diferentes tiempos narrativos: la memoria de la protagonista sobre su propia elección de abortar alguna vez, reconstruida desde su condición de madre en el momento de enunciación; junto a sus recuerdos de la Tía Eunice, especie de ángel de sororidad, que en el pasado la acompañó brevemente en su decisión:

 

—No, mi niña, ya tú no vas a vomitar más —dijo (mi tía) sin voltear a verme.

No podía creer sus palabras pero al llegar al apartamento comprendí que era cierto, terriblemente cierto aquel refrán del diablo y el viejo. (…)

Cuando llegó el momento de despedirme de Tía Eunice, le di las gracias por todo y la abracé. Ella, con el pelo perfecto y el sobrecejo encogido me dijo que me cuidara y vi en sus ojos, e imagino que por igual ella en los míos, que jamás nos volveríamos a ver.

 

En el libro cada cuento tiene una anécdota clara, enunciable; las estructuras narrativas son convencionales (inicio, nudo, desenlace) y presentan voces narrativas que oscilan entre la primera y la tercera persona. Sobresale cómo la autora es capaz de explorar con éxito diferentes géneros de la ficción. Sus historias van desde los encuentros más mundanos como en “Downtown”, donde una mujer decide enfrentar a un hombre que se masturba en público, hasta exploraciones de ciencia ficción, como en “Una hora de vida”, donde una escena de sexo se devela mediada por la tecnología, al estilo de Black Mirror.

Las protagonistas más jóvenes casi siempre terminan repitiendo los patrones de comportamiento de las adultas que las rodean, tal como declara, desde su mismo título, “De tal astilla, tal palo”. El mal amor que nace en torno a la necesidad material y espiritual de una migrante en fuga es el tema de esta historia; pero también aparece más o menos sugerido en otras como “Fabbricato República Dominicana” y “La noche muda,” el cual muestra el drama de las mujeres violentadas que no saben cómo salir del ciclo del maltrato.

Sobresale el humor de “El desyerbe”, historia que nace de la detallada descripción de una depilación con cera. La anécdota, que parecería pueril, no está exenta de una crítica abierta a los conceptos de belleza femenina y a los riesgos que estos representan: “Cuando mi Migue terminó, o por lo menos eso pensaba yo, cogió unas pinzas y, pelo a pelo, comenzó a desterrar las dudas. Yo, con miedo de mirar para abajo, palpé donde una vez hubo pelo y encontré una superficie sedosa. La suavidad me transportó a mis años de niña, cuando mi sexo era aun una sabana virgen”. Miguelina, la depiladora que ejerce de torturadora del cuerpo, termina apocopada en un cariñoso Migue, “mi Migue”, por la magia de la complicidad que el dolor impone entre las dos mujeres. Todo narrado en primera persona con un tono que bordea el absurdo.

Es evidente que la cuentística de Kianny N. Antigua, escritora dominicana avecindada en New Hampshire, está influenciada por sucesos donde se cruzan su propia condición como migrante y mujer. Sin este ser el tema central de la mayoría de estos relatos, el proceso migratorio que experimentan algunos personajes sí atraviesa varios. Excepto en “Ya del otro lado”, donde el acto de cruzar la frontera hacia Estados Unidos es el evento central en la trama. Es bueno señalar que no hay en ninguna historia un discurso idealizado ni edulcorado sobre esta movilidad, sino que aparecen reflejos de la emigración a través de personajes que batallan con su nuevo idioma, con la búsqueda de estabilidad, o simplemente con cierta ingenuidad ante un entorno desconocido.

En otra cuerda completamente diferente se ubican narraciones como “De puertas y cangrejos”, “La corona” y “El pez de Ramón”, que se adentran en el terreno de lo real maravilloso, que con precisión Alejo Carpentier definiera como un rasgo de la literatura del Caribe. “La corona” comienza, además, con un juego de tiempos que bien resume el espíritu de algunas de las mejores novelas del continente: “A don Fermín Pérez Rodríguez se le recuerda por tres cosas: su devoción por la virgen de Altagracia, lo malo que fue y el trabajo que dio para morirse”. Mientras “El pez de Ramón” es protagonizado por un joven que se encapricha en criar a un arapaima en su cuarto, sin importarle que sea el segundo pez de agua dulce más grande del mundo. El pez se vuelve una metáfora de todos los deseos y ambiciones del joven Ramón, cuya obsesión es tan extrema que se entrega a sí mismo como alimento para el animal.

Kianny N. Antigua escribe poesía, literatura infantil y es autora de varias novelas. Su libro Aquí hubo una mujer es, sin dudas, una excelente puerta de entrada a varias de sus obras de más larga data, porque muestra, con claridad, todas las intenciones de la autora para narrar al mundo con el lenguaje más sencillo, pero a través de las anécdotas más incómodas.