No había nadie. El apartamento de Valentina estaba vacío. Y sucio. Lleno de los restos de la noche anterior, como vasos de plástico rojo, botellas, latas de cervezas, un cenicero con puntas de cigarros de marihuana.
al tiempo de la inocencia y las risas cuando el amor no tenía nombre, no se definía y todo era pulsión
Campus es una sátira. La historia está fundamentada en una ironía permanente. Para mantener el hilo de la trama y además ridiculizar al extremo las vidas de los personajes inmersos en la academia en una obra de 362 páginas es necesario escribir bien.
En Las guerras perdidas, los cuentos son pequeños destellos de una guerra interminable por la que ya no se puede seguir peleando sino solo aceptar la derrota. ¿Cuál es el precio?
Crecí sin saber que había diferencia entre 33 y 43, porque para mí todo suena a horno genérico. Pero hoy aprendí que sí hay diferencia, por supuesto que la hay. Y es que a 33 todavía es posible respirar.
Más allá de la ausencia de personas a causa de muertes o desamores, a través de los cuentos experimento otros tipos de vacíos; son pérdidas por las que hay que guardar luto porque se ha esfumado una parte de la realidad. La necesidad de sentir el dolor por una pérdida está latente, manteniéndose de relato en relato.
Yo voy a ser la de los dólares. Yo voy a ser la que va a vivir del otro lado legalmente. Yo voy a ser la que va a ir y venir a su mero gusto. Porque soy la única que tiene aspiraciones en esta familia, yo voy a ser la que tenga todo.
Antifaces está conformado por ocho cuentos provocadores, irreverentes, lacerantes, mas necesarios. Jennifer Thorndike no titubea para engancharse con temas escabrosos, políticos o triviales. La suya es una obra literaria comprometida con la vida, la escritura y aquello que perturba y aguijonea tanto a los lectores mojigatos como a los impúdicos.
Apenas la ciudad tan extraña, tan ajena allá afuera. Por la ventana veo caer la nieve, y los pájaros, pájaros muertos, desgarrados, pedazos de pájaro cayendo con la nieve sobre la ciudad ajena.
squeaky clean sácale brillo a tu obediencia scrub scrub arráncate la lengua morenito
Quien lee Bestezuelas por instantes cree que se salva, celebra la justicia que socorre a quien decide tomar en sus manos su devenir para hacer orden (¿en el cosmos?), y va también asumiendo el fracaso siempre dispuesto a quien sencillamente vive, está vivo, se decide a vivir (no son las tres cosas lo mismo) en este mundo.
Cuba, la evocativa isla del encanto. Confieso que cuando supe de esta nueva antología, sentí un piquete en el corazón porque Cuba siempre ha sido parte de mí: soy de padre cubano. Nací con un pie en México y con el otro en el sueño de una isla que jamás he pisado y que, gracias a esta antología, he podido ver con los ojos de dieciocho escritores latinoamericanos residentes en Estados Unidos.
Ahora, a mis veintidós años, Madre veía en mí un vientre vacío. Desde que despaché a Osvaldo ella redobló sus esfuerzos por encontrarme marido. Tengo dos hijas que colocar, decía. Que con Luisa, feíta, pobre, tenía mucho que hacer.