Poemas de Jorge Hernández

Poemas de Jorge Hernández

 

Y todavía el fulgor, que se desmorona en tus labios

 

Gelobt seist du, Niemand 

La vía láctea sabe a frambuesa y huele a ron

 

 

bebí/bebimos
del pan de la locura 

carajo
un renacer de pieles 

ahora/siempre
un rehilete de nombres alumbra esa ventana
ni dónde poner el fulgor de las vocales
a dónde voltear las flores y las fraguas
por dónde no ver, no oír, ni ser
ni
nada

iluminar(me/nos) duele
parir palabra a palabra cada cosa
para perderla en el momento en que alguien la invoca 

iluminar (me/nos) duele
porque este canto es un tigre que va en pos de ti/nosotros
para amarrarnos con la sangre de los verbos
y repartirnos como hostia, como agua, como fuego
no no no no
como el humo, memoria de la llama, que sube, derrotado, a celebrar su fin 

y así seguimos
carcajadas de pan y piel 

en este abismo
cada palabra
es un acto de fe

 

♦ ♦ 

 

ahí queda mi sombra, como una meada de perro

 

From what Ive tasted of desire

I hold with those who favor fire.

 

 

los que no somos poetas nos ponemos a la sombra de dos tres verbos para lanzar piedras sin sentido 

un día llovió tanto en mi infancia que hicimos barcos de papel y los pusimos en el río de la calle, fue la única vez en ese pueblo aterrado

¿decir poemas poemas? nada, apenas pieles mohosas, trapos rancios y palabras polvorientas, ¿libros publicados? cuando hay pa carne es cuaresma 

ella pasaba oliendo a algo inalcanzable, como su pelo, sus pantalones de mezclilla y sus ojos, sed sin fondo

hablábamos de hojas, de frutos, de aire, la cumbancha abarcaba madrugadas, aladinos y cervezas baratas, también mendigábamos un poco de nalga bizantina, ¡ah, el poder del aliento inmaculado! 

ella era la naranja más brillante, sus tardes eran bulevares amplios y prohibidos, y las noches, una hojarasca espolvoreada de miedos 

de este lado de la fronda, las ventanas florecían como manos de amapola, de dudas nada, de dolor nada, solo la llama de quien vela

jugábamos futbol hasta la medianoche esperando verla regresar

¡voy a hacer dioses de este lodo, templos de humo! 

pero un día no volvió

aunque sería suficiente un cuajo de tinta para ponerla de corona

yo tampoco

 o como faro

 

♦ ♦

 

Porque tu nombre es un camino lleno de sol

 

te llamaré luz
tú sabes quién eres
convocas la tinta y la sed
tus senos huelen a letras prohibidas, a fulgor de lavanda, a mediodía
todas las voces son tuyas, todas las sombras, todas las ansias
eres mi primer mar
¿cómo pulir el azogue de tus piernas?
¿cómo puede, esta bestia que soy, desgarrar el cascajo de sílabas y encontrarte? 

por qué tengo que cambiarte el nombre cada vez que eres diferente

 

te llamaré luz
para que me alumbres

 

♦ ♦ ♦

Jorge Hernández. México, 1963. Desde 1988 reside en Estados Unidos.