México a la espera que Peña Nieto se despida de presidencia

México a la espera que Peña Nieto se despida de presidencia

La pregunta ya no es cuándo sino en cuántos días el presidente de México verá las señales claras de que su presidencia ya no puede prosperar y que debe hacer una difícil decisión y abandonar el puesto.

Las protestas incesantes de miles de mexicanos es una evidencia abrumadora del descontento que hay en el país a raíz de la desaparición de los 43 normalistas y su posible muerte por las fuerzas coludidas de la policía, que es una arma del Estado, y los grupos delincuenciales.

El aislamiento de los Pinos en donde a los oídos del presidente sólo llega todo lo que él quiere oír y no la realidad de la crisis que enfrenta su presidencia lo han mantenido hasta ahora en una supuesta calma.

Esta protección que le brindan Los Pinos, le impide al presidente ver que las exigencias no cesan y al contrario aumentan, tanto en México como en el extranjero.

Pero la evidencia que las cosas no están en su lugar y que su respuesta a esta crisis ha sido limitada es clara para los miles de mexicanos que siguen marchando y protestando cada día contra su presidencia.

De nada le sirve tampoco al mandatario que la economía de su país está estancada y que no crezca más allá de lo mínimo y que el país se esté endeudando a niveles no vistos desde la época de José López Portillo.

Y por si eso fuera poco, el peso se desplomó frente al dólar, el cual se está vendiendo a $14.40 pesos.

Por el momento en algo le ayuda a Peña Nieto que Televisa, el monopolio televisivo, no esté reportando las numerosas demandas de renuncia que los manifestantes piden en cada protesta.

Pero hay cosas que como presidente Peña Nieto no debió haber hecho pero ya es muy tarde para remediarlo. En medio del dolor y el asombro de Ayotzinapa por la desaparición de 43 normalistas, el presidente nunca debió haber salido al extranjero.

Su deber estaba en casa consolando y dirigiendo a su país para buscar la justicia que sus connacionales le exigían.

Tampoco debió haber negado que existía un conflicto de interés en la compra de la Casa Blanca y sus nexos con la compañía Grupo Higa. La transparencia de la que el tanto ha hablado debió de haber comenzado con él. Pero ya es muy tarde. Existe el conflicto de interés pero él y su esposa lo negarán hasta el final del sexenio, si es que aún lo hay.

La credibilidad del presidente esta dañada y será muy difícil que la pueda reparar. El gobierno federal, al momento de saber que se había asesinado a tres estudiantes y a otras tres personas y luego desapareció a 43 más, debió de haber actuado de inmediato en Iguala pero no lo hizo alegando que los municipios tienen soberanía de poderes.

Aún sabiendo, casi de seguro, que José Luis Abarca y otros políticos en Iguala estaban ligados a un cartel, el gobierno no actuó a tiempo y en esta crisis no hay segundos actos como en una escena teatral.

El gobierno de Peña Nieto está dañado y es difícil que se pueda reparar después de las masacres, las fosas comunes, la impunidad y la corrupción en todos los niveles del gobierno. En lo que va de la desaparición de los normalistas, se han descubierto 55 cadáveres y 50 fosas más, lo que indican, como dicen las pancartas en las protestas que “México es un cementerio”.

La gente de México ha dicho basta y ha empezado a exigir que se hagan cambios estructurales al país comenzando con la salida inminente del propio presidente.

Antonio Zavala, periodista de Pilsen, estudió periodismo en la Universidad de California, en Berkeley, y en la Universidad Roosevelt, en Chicago.

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