Más que narcoliteratura: poética, ironía y ética en “Trabajos del reino” de Yuri Herrera

Más que narcoliteratura: poética, ironía y ética en “Trabajos del reino” de Yuri Herrera

 

Hace ya varias décadas que el fenómeno del narcotráfico comenzó a inundar lentamente todos los ámbitos de la vida mexicana, con la sangre resbalando sin ruido, sin prisa pero sin pausa, desde los montes a la ciudad, para después colarse, como sin ser vista, por debajo de las vallas fronterizas, empapando todo y dando génesis a lo que conocemos hoy como narcocultura: un fenómeno transnacional de obras artísticas, audiovisuales, musicales o literarias que abordan la temática narco. Justo antes de que se comenzara a usar el término narcoliteratura, Yuri Herrera escribió su primera novela, Trabajos del reino, que constituye un ejemplo de cómo la literatura puede contribuir satisfactoriamente a crear espacios para el deleite estético al mismo tiempo que proponer miradas éticas sobre un conflicto social que parece no tener solución.

Desde su primera publicación en 2004, Trabajos del reino destacó por sus dos señas de identidad: por un lado, el escenario del narcotráfico sobre el que se desarrolla la trama; por otro, el lirismo y la subjetividad de su enfoque literario. El telón de fondo de lo narco situó a la novela dentro del debate de la llamada narcoliteratura, aunque la aproximación poética de Trabajos del reino es lo más llamativo desde el punto de vista estético-literario. Este ensayo analiza primero su carácter político en relación con lo narco, y profundiza después en el aspecto estético para mostrar cómo el tono poético habilita nuevas lecturas sobre un tema de gran repercusión social.

La trama de Trabajos del reino es sencilla: un muchacho marginal comienza a trabajar cantando corridos para un traficante; cuando la organización se hunde, el joven escapa con una chica; finalmente, él termina solo y de nuevo en la calle. En una cantina, Lobo se gana la vida cantando y conoce de forma dramática al poderoso Rey, por el que siente una inmediata fascinación. Lobo consigue llegar hasta el palacio, donde comienza a trabajar para Rey como cantante y compositor de corridos. Lobo, ahora llamado Artista, descubre poco a poco los entresijos de la vida en este reino del narcotráfico, a través de sus personajes. Intima con Niña, una de las putas de la corte, y conoce a personajes como el Periodista. Artista consigue hacerse respetar gracias a su talento y se gana la confianza de Rey. Entre desamores con Niña y nuevos amores con Cualquiera, se suceden intrigas, asesinatos, planes de venganza y rumores de guerra entre bandas. El palacio se transforma en un reino en declive que tiene los días contados. Rey, con la confianza depositada en Artista, le ordena ir infiltrado a cantar para un enemigo. Pero al regresar, Artista es llamado ante Rey, ofendido por la sinceridad de la última de sus canciones que delata su impotencia. Previendo su propio asesinato, Artista huye con Cualquiera mientras se hunde el reino. Detenido el Rey por la policía, Artista se niega a continuar trabajando para el Heredero, por lo que deberá abandonar el lugar para siempre. Pero Cualquiera se marcha sola pidiéndole que no la siga. Artista quedará solo y devuelto a sus orígenes callejeros.

La historia se cuenta desde la perspectiva de su protagonista, Lobo —o Artista— y nos descubre poco a poco, a través de su mirada, los entresijos de la vida en este reino del narcotráfico. Desde los ojos de Artista, los sucesos en torno al palacio se observan con la ingenuidad de quien mira por primera vez. Esta visión lírica y exenta de prejuicios morales es una aproximación desde cero que nos ofrece una nueva mirada sobre un tema tan popular como desconocido en sus detalles.

 

Narcoliteratura

El hecho de que su autor, Yuri Herrera (Actopán, 1970), sea mexicano y que el tema sobre el que se desarrolla la historia sea el narcotráfico, supuso que la novela se identificara inmediatamente con la narcoliteratura. En el momento de su publicación la obra se recibió de manera positiva —especialmente en su país—, pero su vínculo con la etiqueta narco la convirtió en objetopasivode la crítica sobre este fenómeno literario. La publicación de la segunda edición de Trabajos del reino en 2008 con la española Periférica lo alejó geográficamente del epicentro del debate narcoliterario, y el mismo Herrera quiso distanciarse al declarar en una entrevista que su propósito no era hacer “una representación fiel de la vida en el ámbito del tráfico de drogas” sino hablar “sobre las relaciones entre el arte y el poder”. Sin embargo, su obra es referencia habitual en la mayoría de textos sobre el tema, y los críticos lo incluyen entre los autores que definen la narcoliteratura. Dentro de este debate, tres cuestiones que se han podido señalar son: la afiliación con fines comerciales a una corriente de moda, la apología del cantante de corridos (que ensalza e idealiza la vida de los narcos), o la falta de posición ética sobre el narcotráfico.

La primera cuestión crítica en Trabajos del reino es esta relación con la narcoliteratura. Diana Palaversich en su artículo “La narcoliteratura: del margen al centro” se muestra crítica con la normalización del tópico narco, su consagración y mitificación, y denuncia cómo lo narco es trendy, comercial, y en definitiva vende. Según la autora, se ha dado además una despolitización de la narconovela y una fetichización de la figura del narco, que responde no sólo a los intereses de las editoriales, sino que requiere de una colaboración tácita de autores que escriben sobre dicha temática. Es cierto que cabría preguntarse por qué una obra de tono poético y que se propone tratar sobre las relaciones entre el arte y el poder se construye sobre el escenario del tráfico de drogas. ¿No sería válida cualquier otra temática? Posiblemente, pero también la elección de este marco genera posibilidades literarias y liberales que señalaré más adelante. En cualquier caso, los debates sobre la intención comercial de obras artísticas carecen de interés, ya que ofrecen pocas respuestas sobre la relación —por otro lado evidente— entre dos conceptos tan interrelacionados e indisociables como son la creación literaria y su distribución comercial. La narcoliteratura es en sí una etiqueta que no aporta nada desde un punto de vista estético-literario, y como señala acertadamente Fuentes Kraffczyk en su libro Apuntes para una poética de la narcoliteratura, el debate en torno a la narcoliteratura se enreda a menudo en discusiones estériles que en última instancia responden a luchas de poder y tomas de posesión al interior del campo literario. En buena medida, la poética de Yuri Herrera en Trabajos del reino contribuye con una serie de códigos literarios y estéticos a proponer soluciones al problema político del narcotráfico.

La segunda cuestión crítica de la novela es el papel del corrido en la trama. El corrido es una forma de canción popular en México que se ha asociado a la estructura del narco. Como apunta José Manuel Valenzuela, muchos corridos acentúan la condición épica y apologética del narcotráfico y otros destacan las virtudes reales o fabricadas por encargo del propio narcotraficante que paga para que se le haga su corrido. Es cierto que Artista, el personaje principal, narra la historia desde dentro, en aparente connivencia con el narco. Pero hay una distancia: ni siquiera se mencionan los corridos, sino que se habla simplemente de canciones. A pesar de que conocemos el trabajo apologético del Artista, en Trabajos del reino solo aparece un corrido en toda la novela, y lo que resulta paradójico es que, en lugar de enaltecer al Rey, sirve para hundirlo. En la parte central de su canción, Artista canta:

“Yo sé que aunque calles quieres

Que ya no estemos jodidos

Ni que fueras de vil palo

Somos tus únicos hijos”

Exhibir la impotencia del Rey supone una traición con la que Artista abandona la apología a lo narco, dándose así una evolución y un giro en el personaje principal. Artista ha aprendido en poco tiempo cómo el mundo de lujo del que deseó formar parte, es en realidad un lugar pútrido. Antes de ser enviado a cantar para otra banda, reflexiona:

“Están muertos. Todos ellos están muertos. Los otros. Tosen y escupen y sudan su muerte podrida con engaño pagado de sí mismo, como si cagaran diamantes. Sonríen los dientes pelados cual cadáveres; cual cadáveres, calculan que nada malo les puede pasar”.

Artista ya no sabe a qué lado pertenece, y cuando va a cantar para el otro rey, llamado Aquel, descubre que en ese otro reino “la pachanga también tenía su oro sonajeado, sus muchachas rubias, sus botas rojas de oso hormiguero...”, y se da cuenta de “que todo era igual” y “el único especial era él”. Artista va tomando cada vez más distancia sobre su propio personaje, y este proceso de distanciamiento concluye con la decisión de escapar del reino con Cualquiera. Al huir del reino, huye también del arquetipo representado por los medios de comunicación masiva, donde se insiste en la imposibilidad de abandonar el mundo del narcotráfico una vez que se ha participado en él. Artista comparte algunas de las características poéticas estudiadas por César Güemes en la figura arquetípica del cantante Chalino Sánchez. Pero ambos personajes son antitéticos: Chalino aparece en pósters y portadas de discos con su inseparable pistola, participó en balaceras ya antes de cumplir la mayoría de edad y murió violenta y prematuramente; mientras, el Artista del reino trabaja en la sombra, y a pesar de que es testigo de un mundo violento, rehuye y detesta esa violencia para finalmente conseguir escapar y seguir vivo. Así pues, el retrato que realiza Yuri Herrera del cantante de corridos presenta una visión irónica, donde Artista no es un héroe sino un antihéroe que rechaza lo narco y huye del reino, en clara antítesis con el arquetipo.

El tercer asunto crítico en Trabajos del reino es el aspecto ético y moral de la obra. Como apunta el escritor mexicano Eduardo Antonio Parra, la cuestión del narcotráfico es un fenómeno actual de gran impacto psicológico en la sociedad y abordar esta cuestión en literatura representa un problema. A pesar de que los fenómenos de gran impacto psicológico pueden ser los mejores temas para el arte, los escritores necesitan tomar distancia: primero, y por motivos estéticos, para no caer en el periodismo; y segundo, y por motivos políticos, por el peligro que corren sus vidas al denunciar hechos o prácticas concretas. El mismo Yuri Herrera reconoce que hay una gran cantidad de periodistas que han pagado con su vida el haber difundido los negocios de los narcotraficantes. El autor no se pierde en descripciones exhaustivas ni en en los detalles delincuenciales, sino que se centra en los significados ocultos y en la psicología de los arquetipos que conforman su galería de personajes. Paradójicamente, hay una ausencia de detalles explícitos que nos indiquen relación con el tráfico de drogas en esta obra: no se nombra la droga, ni aparece el nombre de ninguna ciudad, ni el narcotráfico o la frontera. Al proponer esta distancia, el escritor resuelve el problema estético alejándose del periodismo, y en apariencia no ofrece soluciones ni respuestas a los problemas relacionados con el narcotráfico. Sin embargo, esta distancia y aparente falta de juicio ético, no puede dejar de ser visto también como una crítica al cinismo institucional y como una posición política que refleja la falta de acciones tomadas por las instituciones contra esa misma violencia del narcotráfico.

 

Poética

Desde el punto de vista estético-literario, no son pocos los artículos que han elogiado el lirismo de esta novela y su uso magistral de la palabra popular para edificar la obra. La novela rebosa de una prosa poética que se construye a través del lenguaje. En el sentido más tradicional del término, la Poïesis en su raíz griega quiere decir creación. Para Aristóteles, el poeta como creador de palabras imita las acciones de los hombres. Yuri Herrera construye su reino basándose en arquetipos, para recrear las acciones de los hombres. Es un ejercicio poético en sentido clásico, y la pretensión no es documental ni periodística, sino literaria.â�  En contraste con la épica habitual de los corridos, esta poética tiene además un carácter predominantemente lírico. Mientras la épica es la poética de los grandes relatos y las hazañas homéricas —la del pasado y del devenir de los acontecimientos futuros—, la lírica es la poética de la contemplación, de los sentidos y de la naturaleza, de lo inmanente del presente, de lo intemporal. Lo relevante de esta novela no es la narración de acontecimientos épicos sobre el narco, sino la creación de un universo personal a partir de arquetipos tomados desde el imaginario colectivo sobre ese mundo. A diferencia de los narcocorridos, donde se canta lo épico y heroico de la vida de los capos, en Trabajos del reino se alza una voz poética sobre lo inmanente de la existencia y las pulsiones humanas. Lo lírico canta en el reino de Yuri Herrera, y lo hace más fuerte que los mismos corridos del Artista.

En la novela también predomina el uso poético de la palabra sobre el uso informacional o descriptivo. En la distinción que hace Heidegger sobre el lenguaje, la palabra entendida como herramienta de comunicación es eindeutig, el lenguaje artificial de representación cibernética, el lenguaje como información computerizada, es decir, la prosa descriptiva, o la palabra utilizada con la intención de transmitir una información de manera explícita y con la menor posibilidad de cambio semántico. Por otro lado está la vieldeutig, o la palabra entendida en su capacidad inagotable de producir riqueza de significados, en su complejidad de campos semánticos posibles, es decir, la poética. Mientras que la palabra como herramienta de comunicación sería la utilizada en el lenguaje periodístico, en la novela de Yuri Herrera abunda la palabra poética, y su intención principal no es describir, sino abrir las puertas para una posible mirada a la dimensión existencial del protagonista. La primera línea de la novela es ya una declaración del tono de toda la obra: “Él sabía de sangre, y vio que la suya era distinta”. La palabra sangre —que también cierra la novela— no está utilizada aquí en sentido literal, sino en sentido poético. Y sin embargo, anticipa la otra sangre literal del primer muerto que queda bajo el “charco de sangre que asomó bajo su cuerpo”. En sentido estricto, Yuri Herrera no crea palabra poética ni el lenguaje es elevado, sino que utiliza lenguaje popular.â�  Sin embargo, el ejercicio poético está en el viaje transversal que las palabras realizan para cruzar desde el terreno descriptivo al terreno semántico de la explosión de significados a partir de la violencia en el narcotráfico. O usando el lenguaje de Heidegger, desde la eindeutig a la vieldeutig. Mientras que las descripciones narrativas habituales en el periodismo no nos consiguen acercar a los sentimientos humanos, la muerte del Periodista produce en el Artista un sentimiento que Herrera describe como “una oleada de rabia [que] se le atoró en los puños”. El tono poético de las palabras nos abre ventanas para el entendimiento de los sentimientos humanos.

Por su carácter poético, Trabajos del reino no puede ser entendida ni como apología de lo narco, ni como retrato o denuncia social, sino sencillamente como una obra lírica. Ahora bien, ¿cuál es la consecuencia de desarrollar una propuesta lírica sobre un tema de repercusión social? El filósofo Richard Rorty propone que precisamente mediante la creación irónica y liberal, especialmente en literatura,se puedenofrecer nuevas posibilidades solidarias en lo privado. Para Rorty la solidaridad humana debe ser alcanzada no mediante la indagación o reflexión racional sino por medio de la imaginación, la habilidad de imaginar a personas desconocidas como semejantes, como seres que sufren. Rorty pone el énfasis en la imaginación por encima de la investigación y la reflexión: la solidaridad no se descubre por medio de la reflexión, sino que se crea. Existe un poder más liberal en la creación literaria que en la reflexión o información periodística. En este sentido, el Artista de Trabajos del reino nos acerca a lo humano que hay dentro de una persona que ha sido atrapada bajo la tela de araña del narcotráfico, creando una posibilidad más solidaria que el análisis reflexivo sobre los problemas políticos o sociales del tráfico de drogas. Al ver este mundo a través de la mirada poética del Artista, comienza el proceso de ver al otro como un ser humano que sufre, más como uno de nosotros que como un extraño.

Otro aspecto literario interesante en Trabajos del reino es la ironía nominal en el uso y elección de los nombres propios de los personajes: Lobo, Artista, Rey, Niña, Periodista, Bruja... Al utilizar nombres comunes de los arquetipos literarios, Yuri Herrera crea una distancia irónica sobre la cuestión misma del narcotráfico. Así, Rey es el rey de los narcos, Periodista es el periodista que trabaja para la organización, Bruja es la malvada compañera del jefe, etcétera. Los nombres y personajes son apropiaciones del imaginario colectivo o público, y nacen de la voz poética de la novela, que es Lobo-Artista. El hombre cuya sangre es distinta a todas y va cubierto de joyas, se llama Rey porque él lo ve como un rey; Lobo bautiza como Heredero al personaje que el Joyero llama Chaca, y simplemente Niña a su primera compañera. Pero lo más interesante es cómo estos nombres son contingentes y cambian a merced de la visión poética del autor. Así, Lobo cambia de nombre y se llama Artista cuando entra a trabajar en palacio, y Cualquiera se llama Ella a partir de que Artista y ella consiguen escapar, lo que sugiere además un cambio de valor en los sentimientos del protagonista. Por último, Ella lo abandona, y el Artista se queda solo volviendo a llamarse Lobo, como el lobezno solitario que era en un principio. En un epílogo imaginario, podemos pensar que Rey será llamado Preso una vez entre en la cárcel. Yuri Herrera ejecuta un ejercicio de creación poética con la elección de estos nombres, que cambian de manera contingente según el sentimiento y la percepción subjetiva que predominan sobre los acontecimientos. Al aceptar esta contingencia nominal, el autor es capaz de redescribir no sólo los personajes, sino el reino al completo, creando un mundo propio que, aunque pueda estar basado en arquetipos, sirve para construir una ficción como nuevo punto de vista para abordar el tema de fondo. Todo esto pone de manifiesto que Yuri Herrera no habla explícitamente del narcotráfico, sino que su reino es, sobre todo, una creación poética.

En Trabajos del reino el protagonista de este mundo poético es además un liberal en el sentido que Rorty propone, y cuya definición toma prestada de Judith Shklar: “Liberals are the people who think that cruelty is the worst thing we do” (liberales son las personas que piensan en la crueldad como lo peor que podemos hacer). Artista ve la crueldad en la vida del reino y decide ayudar a Cualquiera a escapar de ese mundo. La evolución del personaje principal viaja desde la curiosidad ingenua sobre el mundo narco, pasando por la colaboración como cantante de narcocorridos, para finalizar con el rechazo a la organización, poniendo en riesgo su vida para salvar a Ella. Esta evolución es una propuesta liberal en el sentido de que es un intento de emancipación del sufrimiento y la crueldad que supone ser prisioneros dentro del mundo del narcotráfico. Artista consigue liberar a Ella, y la obra libera a Artista, quien finaliza siendo “suyo, […] dueño de cada parte de sí, de sus palabras, de la cuidad que ya no [precisa] buscar”. La novela presenta así una solución poética al conflicto social del narcotráfico, a diferencia de los medios de comunicación que lo retratan normalmente como un mundo del que es imposible salir. La poesía de Trabajos del reino ofrece una salida liberal, que supone en sí misma una respuesta ética al conflicto.

 

Conclusión

En el mundo de la narcocultura es posible aunar calidad estética con una posición moral o ética. La novela de Yuri Herrera sirve como ejemplo (aunque se podrían citar otras como Contrabando de Victor Hugo Rascón Banda y de igual manera hacer crítica de aquellas en las antípodas como la comercial Reina del sur de Arturo Pérez Reverte). A pesar de que en apariencia Trabajos del reino no toma posición moral sobre el problema social del narcotráfico, su distancia, así como su tratamiento poético, son precisamente una posición política. A través su prosa poética existe una ironía liberal que expande el sentido de historias que tratan temáticas tan cruda como esta. El retrato, distante e irónico, desde el punto de vista del protagonista aproxima al lector precisamente a una visión humanizada y existencial sobre este mundo. La novela crea un nuevo imaginario de seres que, al exponer sus sentimientos, dejan de corresponderse con los arquetipos culturales representados por el periodismo y los medios de comunicación masiva o los relatos literarios de estilo social o realista —retratos fríos y crudos de tristes asesinatos cotidianos—. La visión de Yuri Herrera en Trabajos del reino ofrece una imagen diferente de lo narco, dignificando desde la ficción los aspectos humanos de un mundo repleto de tabúes y estereotipos, construyendo una nueva representación de identidades a partir de los lugares comunes de la temática del narcotráfico. Esto permite la posibilidad de generar nuevas vías para la concienciación sobre un problema de difícil solución.

Daniel Bataller. Máster en Teoría del Arte Contemporáneo. Artista visual. Profesor de Historia del Arte en St. Augustine College. Vive en Chicago.

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Yuri Herrera.