Michoacán: el fracaso del modelo económico mexicano

Michoacán: el fracaso del modelo económico mexicano

Hace unos días las fuerzas del Consejo de Autodefensas de Michoacán liberaron a Nueva Italia del dominio de los Caballeros Templarios. Mientras se preparaban para hacer lo mismo en Apatzingán —el bastión principal de los Templarios—, el Presidente Enrique Peña Nieto desplegó grandes contingentes del ejército con el propósito de desarmar a las autodefensas. Por su parte, las autodefensas hasta el momento se han rehusado a entregar las armas, insisten que al hacerlo se convertirían en las víctimas de una ola de terror desatada por los Caballeros Templarios.

Lo que está en juego en el enfrentamiento entre las autodefensas, Templarios y el gobierno de Peña Nieto es la definición política del concepto “pueblo” y la legitimidad del gobierno/Estado. Como concepto, “el pueblo” es la premisa básica para la existencia de casi todos los gobiernos en nuestra era; de acuerdo con la premisa elemental de la legitimidad del Estado, los gobiernos son productos de la voluntad del pueblo y por esa razón hablan en nombre del pueblo y sirven al pueblo. Siguiendo esta lógica, el papel del Estado/gobierno se basa en tres demandas. Primero, el Estado debería tener más poder que cualquier otra institución operando en el territorio de la nación (sindicatos, iglesia, prensa, etc.). Segundo, el Estado debería proporcionar servicios al pueblo, que de otra manera no se podrían garantizar igualitariamente (educación, seguridad, salud, etc.). Tercero, el pueblo debería aceptar voluntariamente la autoridad del Estado.

Estos principios políticos ya no son válidos en México y no lo han sido en las últimas décadas. Michoacán es el ejemplo más claro. Primero, el Estado mexicano ha perdido “el monopolio de la violencia”, como una de las definiciones de lo que constituye un Estado. Las  autodefensas en sus diferentes manifestaciones (como los de Cherán y Nurio en la meseta Purépecha y las de Tierra Caliente) mantienen el control de varios municipios y los Templarios en otros. Los Templarios han asumido el papel del Estado al cobrar impuestos de plaza, ventas y producción. Segundo, siguiendo la teología neoliberal de la soberanía del mercado, el Estado ha dejado de proveer muchos de los servicios que el pueblo necesita, como salud, educación e infraestructura, lo cual ha incrementado la miseria en los pueblos. Finalmente, como lo demuestran los grupos de autodefensa al liberar Nueva Italia y otros municipios, el pueblo ya no acepta la autoridad del Estado. Cuando éste manda más fuerzas de seguridad a Tierra Caliente es una admisión de su impotencia como Estado para mantener la seguridad y el orden.

¿Por qué sucede esto en Michoacán y su zona de Tierra Caliente y no en otros lugares? Michoacán debería ser un estado rico en todas las definiciones de la palabra riqueza, desde la gastronomía, las tradiciones y los paisajes (turísticos), hasta la producción agrícola (tres diferentes tipos de climas y tierra: caliente, templado y frío). Este potencial de riqueza debe incluir los miles de millones de dólares que Michoacán ha recibido por concepto de remesas desde hace más de un siglo (se puede entender como inversiones). A pesar de este potencial, Michoacán es muy pobre y se ha convertido en uno de los mejores ejemplos del fracaso del modelo económico mexicano. 

Si Michoacán fuera un país, se vería más como un país centroamericano (y no es para insultar sino para entender la realidad mexicana que muchas veces tiene como máscara el mito de que México es un país que está a punto de llegar al primer mundo). Michoacán es el sexto estado más pobre de México (el más pobre de los estados que se encuentran ubicados al norte de la ciudad de México); una de cada diez familias depende completamente de las remesas; con un promedio de más de dos mil millones de dólares en remesas recibidas cada año en la última década, se compara con Honduras y El Salvador en el sentido que las remesas constituyen más del 14% de su producto interno bruto (el promedio en México es 2%) y nos muestra claramente el fracaso económico de Michoacán. Además del aguacate, sus exportaciones más valiosas son la mano de obra (entre los primeros lugares en México) y diversas drogas (marihuana, heroína y metanfetaminas). 

Michoacán no es un estado homogéneo; está compuesto por distintas regiones, entre ellas la costa, la meseta purépecha, el bajío zamorano y Tierra Caliente. Los historiadores han declarado en muchas ocasiones que México está compuesto por muchos Méxicos, las docenas de patrias chicas. Tierra Caliente (la zona que cubre el sur de Michoacán y partes de Guerrero y el Estado de México) es una de esas patrias chicas. Por siglos fue una zona de frontera, aislada geográficamente del resto de México por la ausencia de infraestructura y bienes valiosos; habitado por gente sospechosa del gobierno y de otras fuerzas foráneas. Históricamente ha sido Tierra bronca (fue una de los zonas de base del movimiento de independencia que encabezaba el padre José María Morelos y Pavón). Por décadas tuvo gobiernos débiles,  y no fue sino hasta finales de la década de 1940 cuando se integró la región al resto del país a través de carreteras, la expansión de la educación pública, etc. 

A pesar de su integración, Tierra Caliente ha sido una de las regiones más pobres y aisladas de México. El aislamiento geográfico no quiere decir que está cerrado al mundo. Al contrario, muchos de los habitantes de la zona emigraron a Estados Unidos y sus remesas mantienen la economía local. En la década de 1970, José Valencia usó dicho aislamiento y el conocimiento del mercado estadounidense para crear un cartel local dedicado a la producción y exportación de amapola y marihuana. Las ganancias de la droga crearon rivalidades y con el paso de las décadas nacieron grupos más violentos, como La Familia Michoacana y los Caballeros Templarios. Estos carteles no solamente se disputan Michoacán entre ellos sino también con otros grupos: los Zetas, El Golfo y Nueva Generación. Michoacán es un punto estratégico para el narcotráfico. En su aislamiento —un pequeño triángulo dorado (el grande es el de Durango, Chihuahua y Sinaloa)—, Tierra Caliente produce metanfetaminas (en laboratorios clandestinos), marihuana y heroína. Además, dentro de sus límites se encuentra el Puerto de Lázaro Cárdenas, la entrada y salida principal de México hacia el Pacífico (es uno de los principales puertos de entrada de la cocaína proveniente de Sudamérica). Localizado en el centro con rutas a Jalisco y a Guanajuato y central para el tráfico de drogas hacia Estados Unidos.

Los narcos se convirtieron en la fuerza principal en Michoacán a través de la narcopolítica: se dieron arreglos entre los políticos de los partidos principales, los narcos y las fuerzas de seguridad locales.

Intentando dejar un legado histórico, Felipe Calderón declaró la guerra a los carteles y usó a Michoacán como trampolín en lo que se llamó Operación Conjunta Michoacán. Envió 7,000 elementos federales a patrullar Michoacán. En lugar de combatir a los narcos, estás fuerzas cometieron una gran cantidad de violaciones a los derechos humanos. Estas violaciones siguen. En la reciente ocupación militar el ejército asesinó a cuatro personas en Antúnez y Parácuaro.

No se puede entender la violencia de los carteles y el crecimiento de las autodefensas si se excluye el papel de la política neoliberal y la migración. Las tensiones en Michoacán hubieran sido más fuertes si no fuera porque la migración ha servido como válvula de escape. Desde hace cuatro años esa válvula se cerró al militarse la frontera y al bajar considerablemente el monto de las remesas. Esto quiere decir que el desempleo de jóvenes crece (muchos encuentran empleo con los carteles) y entran menos dinero al estado. Así se ha incrementado la pobreza. Por otra parte, el Estado ha abandonado la tela social al olvidar su papel en la esfera social: abandonó al campo y la educación y ha creado pocos empleos. Combinado con el negocio de los cárteles (extorsiones, secuestros, impuestos de plaza) y la expansión de territorios, se impulsó la desintegración del orden social. Todos estos factores en conjunto han creado un tejido social basado en las formas más brutales del capitalismo (por ejemplo: los impuestos que los narcos le cobran a los comerciantes establecidos y a los ambulantes y la expropiación de propiedades). Un campesino prefiere sembrar marihuana que maíz porque el maíz ya no le deja para comer.

¿Cómo nace la solidaridad en estos tiempos de desintegración social y de miedo? En uno de los pasajes de Blood Meridian, de Cormac McCarthy, un grupo de bandoleros se encuentran con uno de los sobrevivientes de un ataque de apaches. El jefe de los bandoleros le dice al sobreviviente: “cuando el cordero está perdido en la montaña, lanza un balido para pedir ayuda. A veces viene la mamá. A veces el lobo”. En el caso de Tierra Caliente, el lobo, los cárteles y la mamá (el gobierno), son la misma cosa. La moral de este episodio literario es que no se puede depender de la mamá. Así parecen haberlo entendido en Michoacán los autodefensas: protegen a sus comunidades de los lobos cuando la madre abandona a sus hijas e hijos.

El enfrentamiento entre autodefensas ciudadanas, los Templarios y el gobierno federal demuestra que “el pueblo”, organizado en las autodefensas, retira su apoyo al Estado/gobierno, y asume el papel de defenderse del mal que domina Michoacán. Este es un ejemplo que el gobierno y los carteles temen.  El poema “La promesa” de Berthold Brecht captura a la perfección lo que está en juego en Michoacán si sustituimos la palabra “pueblo” por “gobierno” y vice versa:

Tras la sublevación del 17 de Junio
la Secretaria de la Unión de Escritores
Hizo repartir folletos en el Stalinalle
indicando que el pueblo
había perdido la confianza del gobierno
Y podría ganarla de nuevo solamente
Con esfuerzos redoblados. ¿No será más simple
en ese caso para el gobierno
disolver el pueblo
y elegir otro?

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Juan Mora-Torres. Profesor de historia en la Universidad DePaul. Autor de The Making of the Mexican Border.

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