Los sonidos de Roxy: de aquelarres y el Festival Sor Juana

Los sonidos de Roxy: de aquelarres y el Festival Sor Juana

A inicios de mayo, asistí al concierto de dos artistas mexicanas radicadas en Estados Unidos: las imparables Audry Funk y Renee Goust. Ambas músicas compartieron escenario dentro del Festival Sor Juana, un festival multidisciplinario que —desde su fundación en 1994 por el National Museum of Mexican Art en Chicago— celebra los esfuerzos y el legado cultural de la mujer mexicana en ambos lados de la frontera. Me estremeció este evento, pues nunca había visto en vivo a la rapera Audry Funk, una de las pioneras del rap en México, y quien durante sus estudios universitarios en filosofía en su natal Puebla, se acercó a las rimas y a la cultura del rap, abriéndose espacios en la escena del reggae, y poco después rompiendo esquemas en el hip-hop. Por el otro lado, tampoco había visto a Renee Goust durante algunos conciertos que ha ofrecido en Chicago. Aunque en una entrevista que tuvimos hace años para Vocalo, en su primera parada en la ciudad, tuve la oportunidad de apreciar su vasto talento con su propuesta de música neo-folclor, ofreciendo una visión fresca y diversa en géneros, y cuya historia le ha dado cara al patriarcado, la conducta machista y misógina haciendo ruido desde su natal Sonora.

Durante este encuentro, recordé una frase de Brenda Bautista, filósofa y escritora mexicana de Chicago, quien trazó la siguiente reflexión en una cartulina en conmemoración del 8M: “ser mujer migrante significa volver a ser semilla, plantarse en tierra nueva y lograr florecer”. Audry Funk y Renee Goust entienden perfectamente lo que es ser mujer migrante y por eso cada canción que conciben nos hace voltear hacía nuestras historias de vida. Aquella velada sabática donde ambas cantaron, me tocó disfrutarla con varias amigas. Durante los últimos meses, nos hemos abrazado compartiendo nuestras experiencias como mujeres migrantes en un grupo al que denominamos El aquelarre. Con El aquelarre hemos trenzado una gran hermandad compartiendo lágrimas, emborrachándonos en el Trébol, saboreando la gastronomía de Maya, la obrera del fogón” y así, nos hemos deconstruído día a día pues no siempre estamos de acuerdo. También, nos hemos abrazado en nuestros mejores momentos y sostenido en los peores, y ahora somos nuestro grupo de soporte en el camino a la sanación, con muchas metas futuras de abrirnos más espacio con eventos y proyectos donde nosotras seamos el centro.

 

 

Cuando Audry Funk cantó “Larga vida” hubo un momento donde mi amiga Gaby gritó: “mi hermana cumple años hoy, a ella la mataron”. Todas las que estábamos cerca a Gaby, corrimos a abrazarla. Estoy segura que en ese momento todas las presentes sentimos un nudo en la garganta, pues a varias de nosotras también nos ha tocado ver la violencia de género, ya sea de primera mano o a través de las mujeres de nuestra familia. Esa noche fue catártica. Una hora después, lo dimos todo en la pista con “La cumbia feminazi” de Renee Goust, aplastando cada insulto y todas las conductas del macho que a más de una nos ha querido intimidar. 

 

 

En este 2022, seguimos generando más espacios como estos donde no solo nos enfocamos en la parte del entretenimiento, sino donde podamos activar y activarnos. Audry y Renee hicieron eco de las experiencias de la mujer y la comunidad LGBTQ+ a través de su performance. Sus canciones nos exaltan a seguir creando espacios para nosotras, de amar nuestras cuerpas, de aceptarnos como Diosas, de reclamar ante cualquier injusticia, de rayar paredes, de no quedarnos calladas. No hay nada mejor que sentir la sororidad en ambientes y espacios seguros. Acá también estamos sanando y creando mejores ambientes a la distancia. Porque la violencia sigue presente fuera de México. Esa noche y cada noche recordaremos que hoy y siempre ¡vivas y libres nos queremos!