Lectura endemoniada

Lectura endemoniada

Ilustración de Angélica Atzín García Rodríguez.

 

Hay libros que se recomiendan solos. Por sus altas ventas, el nombre del escritor, el tema, algún premio, cierta circunstancia ligada al tiempo que lleva de publicado, o porque atrapan al lector en sus primeros párrafos.

Por eso es que en este espacio no les hablaré de Cien años de soledad, El lobo estepario, Un mundo feliz o La tregua, por ejemplo, que se encuentran entre mis lecturas favoritas pero pueden resultarles muy familiares.

Otros libros esperan el juicio de especialistas en la materia para lograr popularidad, aunque esto signifique someterlos a visiones muy particulares y a veces pedantes, que terminan condicionando el criterio del lector común.

Siendo honesta, tampoco tengo los elementos suficientes para criticar un trabajo literario más allá del gusto personal que me despierta su lectura del principio al final. Hacerlo significaría, tal vez, caer en lugares comunes y repetitivos o en opiniones personales que se alejan de la intención real del autor.

Pero como los libros favoritos son tan significativos en nuestras vidas que buscamos siempre saber más del escritor, prefiero compartir con ustedes algunos comentarios de una novela en especial, así como del autor y su circunstancia actual.

Para este texto elegí a Xavier Velasco, un escritor originario de la Ciudad de México que ganó el VI Premio Alfaguara en 2003 con su novela Diablo Guardián, donde se descubre y describe como el narrador de la historia permitiendo al lector familiarizarse con él.

Conocí a Xavier nueve años antes de su éxito, cuando ambos trabajábamos para el periódico La Crónica, él era columnista de la página cultural y yo reportera de la sección medioambiental. Entonces sus textos me entretenían por sus relatos ingeniosos y desenfadados sobre rock y antros.

Cinco años después volvimos a coincidir en el periódico Milenio, aunque nunca nos tratamos en persona, y de nuevo quedé atrapada con sus artículos descriptivos sobre la vida nocturna de la ciudad. Es por eso que cuando ganó el prestigioso concurso literario español, me apresuré a comprar el ejemplar de su novela con la certeza de que la lectura no me decepcionaría.

Y así fue. Diablo Guardián es una historia sencilla enriquecida por la espléndida forma de contarla, que gira alrededor de una joven prostituta llamada Violetta quien viaja del Distrito Federal a Nueva York para ejercer su oficio.

Son más de 500 páginas que narran ingeniosamente situaciones de un personaje femenino muy particular, recurriendo a metáforas y alegorías divertidas, reflexiones simples, con un lenguaje irónico, cínico y sarcástico.

De acuerdo con los siete miembros del jurado del premio Alfaguara, que la seleccionó entre 473 novelas presentadas, el mérito de esta novela fue su lenguaje “al servicio de una narración que cautiva al lector por su dinamismo, gracia y tono picaresco”, el cual combina ágilmente español, inglés y espánglish para reflejar la confusión lingüística y mental de nuestro tiempo.

Diablo Guardián abre perspectivas originales al presentar los conflictos de lenguaje y cultura que surgen en el encuentro de lo hispano y lo norteamericano, a través de la voz y la peripecia de un extraordinario personaje femenino”, se expuso en el fallo que le otorgó a Velasco 175 mil dólares como premio, los mismos que ocupó para el pago de sus deudas.

La historia es contada por su admirador Pig, el alter ego de Velasco, quien ha declarado que el personaje central surgió de una bailarina de stripper de quien se enamoró perdidamente, y el título de la novela de un rap que el autor compuso cuando frecuentaba a un grupo de músicos amigos.

Esta endemoniada novela, que se convirtió en un best-seller hispanoamericano, con más de diez ediciones y 250 mil ejemplares vendidos, fue la catapulta de Velasco al estrellato literario. Antes de su premio había publicado en la editorial de un amigo Una banda nombrada Caifanes, Cecilia, y Los hijos de Ziggy Stardust, las cuales obtuvieron escasos lectores.

Velasco empezó a escribir a los nueve años, cursó sin terminar las carreras de Ciencias Políticas y Literatura, se empleó como publicista —un trabajo que dice odiaba—, y es ahora un escritor que no deja de divertirse como niño, disfrutar el rock, las motocicletas y las presentaciones de sus libros, seis más después de su premiada novela: El materialismo histérico, Luna llena en las rocas, Este que ves, Puedo explicarlo todo, La edad de la punzada y Malas raíces.

En su primera década de fama, el escritor recibió elogios de celebridades como el ya fallecido Carlos Fuentes y Arturo Pérez Reverte, quienes lo definieron como un destacado elemento de la nueva narrativa mexicana.

También hay malas opiniones de críticos. El recientemente fallecido Emmanuel Carballo calificó a Velasco, junto con Laura Esquivel, de “escritores de segunda, tercera y cuarta categoría, facilones, para secretarias que mascan chicle y para muchachos que no tienen la menor cultura literaria”.

Otras críticas menos duras ven aún inmadurez en el autor debido a que todos sus libros son prácticamente biográficos, sin un clímax en sus tramas ni personajes bien definidos. Cuestionan si es merecido el título que se le ha otorgado a su obra como “el futuro de la narrativa mexicana”, solo por ser actualmente uno de los escritores más leídos y vendidos en México.

Pero hay quienes han querido sumarlo al actual grupo literario mexicano denominado “el Crack”, al que pertenecen autores tan elaborados como Jorge Volpi, pero Velasco asegura que no se ubica en ningún grupo y el mejor lugar para él es su casa con su perro.

La mayor crítica de sus lectores es contra su decisión de vender Diablo Guardián para su explotación por Televisa en una serie protagonizada por la actriz Martha Higareda, lo que algunos considera una traición a Violetta.

Velasco ha dicho que después de diez años y tanto éxito, es hora de presentar a Violetta de manera masiva, por lo que eligió exactamente la misma forma que Arturo Pérez-Reverte utilizó con La Reina del Sur.

Considera que la comercialización de sus libros debe permitirle seguir escribiendo, y parafraseando al rockero Jaime López respecto a prostituir sus obras dice: “a mí no me importa que se vayan de putas, todo mientras me mantengan”.

Toda esta polémica alrededor de Velasco no le resta méritos como un escritor que, a once años de su novela premiada, sigue produciendo y entreteniendo con su particular forma de relatar, la cual bien puede definirse como una lectura endemoniada que atrapa al lector desde sus primeros párrafos.

Flavia Irene Rodríguez. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Durante más de 30 años ha ejercido su carrera en distintos medios informativos, principalmente en el área financiera, aunque su pasión es la cultura y la política.

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