La amenaza de la deportación pone en peligro el Sueño Americano

La amenaza de la deportación pone en peligro el Sueño Americano


 

Los que cruzamos la frontera sabemos agachar la cabeza. Huimos de países donde ya no se puede vivir de la tierra y donde no tenemos voz. Llegamos aquí con hambre de alimento pero también con sed de progresar por nuestros hijos. Ese impulso por salir adelante es muy admirable pero al mismo tiempo nos expone al abuso. Por décadas hemos trabajado a escondidas, vivido en las sombras y callando.

Es hora de reconocer nuestro valor como trabajadores en Estados Unidos. Nos llaman ilegales pero nos ocupan en casi todas las industrias. Criminalizan mi labor pero permiten que las compañías lucren con mi trabajo. No es justo que llevo 12 años trabajando en la corporación de comida más grande y millonaria del mundo pero sigo ganando el mínimo. No se vale que me rompo la espalda en la limpieza de McDonald’s y todavía tengo que solicitar la tarjeta LINK para hacerle un taco a mi hijo. Los indocumentados somos una mina de oro para las compañías porque nos pagan una miseria y se deshacen de nosotros si pedimos algo más justo. 

La amenaza de la deportación es la herramienta más poderosa que tiene el sistema económico contra los obreros sin papeles. En McDonald’s puedo trabajar más de 40 horas sin que me paguen tiempo y medio, me pueden robar de mi cheque, manipular mi horario, no darme ningún aumento, y es difícil que yo me defienda por mi estatus legal. Existe el miedo de que de un minuto a otro me despidan o, peor, ¡me denuncien con ICE!

Al menos así pensaba yo, que como mujer indocumentada yo no tenía derechos en el trabajo. Pero desde que me uní al sindicato me di cuenta que, aún sin papeles, existen protecciones en el lugar de empleo. Yo sola no puedo hacer mucho, pero con otros compañeros de trabajo es posible organizarnos y presionar a nuestros jefes a que nos respeten. Con actos de protesta hemos logrado a que nos dejen de insultar verbalmente, hemos ganado pequeños aumentos y nos sentimos más libres.

El Primero de Mayo voy a marchar contra las deportaciones y por los derechos y dignidad de trabajadoras como yo. La simple amenaza de poder ser deportado conduce a la explotación del trabajador y pone el Sueño Americano en peligro. Le vamos a mandar un mensaje al gobierno de que aquí estamos, no nos vamos y seguiremos luchando por una mejor calidad de vida.

Irma Díaz de 36 años ha trabajado en varios McDonald’s de Chicago y ha permanecido en su puesto por 12 años. Sólo gana $8.45 por hora. Ella está batallando para mantener sola a un hijo y utiliza la ayuda pública. Su lucha es por un sueldo justo y beneficios por ser una empleada leal.

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