Entrevista a Antonio Tello por Xánath Caraza

Entrevista a Antonio Tello por Xánath Caraza


Foto de Antonio Tello por Víctor Outomuro.

 

Antonio Tello es un ser altamente comprometido con el quehacer literario. Vive por y para la escritura como el guardián de la palabra que es, poeta civil entregado a la búsqueda de la verdad y la felicidad de la comunidad. Su primer libro, El día en que el pueblo reventó de angustia, lo revela como el escritor más atrevido e innovador de la literatura Argentina del interior pero también fue un libro perseguido y después quemado por la dictadura militar. Tello ha incursionado en poesía, narrativa, periodismo, teatro, ensayo e historia. Actualmente tiene un programa de radio en su ciudad natal en Argentina después de haber vivido por treinta y ocho años en el exilio en Barcelona. Antonio no lo sabe pero fue él quien inspiró uno de mis cuentos en mi primer libro de relatos. Estoy segura que mientras lee estas líneas, ha adivinado el título de éste. Agradezco a Antonio Tello su gran disposición para hacer esta entrevista. Espero disfruten de sus reflexiones y comentarios tanto como yo. Para más información sobre Antonio Tello, hacer click aquí.

 

Xánath Caraza (XC): ¿Quién es Antonio Tello?

Antonio Tello (AT): La respuesta a la interrogación “¿quién soy?” es más compleja de lo que parece, pues siempre se basa en la idea de quien cree que uno es, la cual choca con la realidad que crea la percepción que los demás tienen. Allí tenemos a don Quijote, quien se cree caballero andante y que usa una bacía de barbero por yelmo y que por lo mismo es tenido por loco. Sin embargo, él pone en tela de juicio la realidad cuando responde por su juicio diciendo “yo sé quién soy” dado lo que para unos lo que lleva en la cabeza será una bacía y para otros un yelmo. La afirmación de la propia identidad es vital para todos los individuos, pero esto no siempre es posible dado que hay muchos factores que afectan a la estima que cada uno puede tener de sí. El destierro es una de las experiencias más extremas a la que se ve sometida la identidad individual y social de una persona hasta el punto de que todos aquellos rasgos culturales, hábitos y costumbres que lo integraban a un determinado grupo quedan en el aire y sometidos a un proceso de aculturación y readaptación al medio al que, por otra parte, nunca acabará de pertenecer del todo. Si además el individuo que vive esta experiencia es un artista con un modo de hacer o decir apartado de las tendencias o modas determinadas, en el caso de la literatura, por grupos literarios o editoriales, su identidad se verá doblemente cuestionada porque a la carencia de una pertenencia social le añade la carencia de la pertenencia a una determinada comunidad artística reconocible y perceptible por la sociedad. En este marco, decir como don Quijote, “yo sé quién soy” es una forma de afirmar una identidad individual cuyos atributos fundamentales son los principios éticos y la férrea voluntad de seguir fiel el camino que se ha fijado. En este sentido creo que soy un poeta comprometido con la civilidad.

 

XC: ¿Quién o quiénes te introducen a la lectura? ¿Quién o quiénes guían tus primeras lecturas?

AT: Yo aprendo a leer y escribir siendo muy niño, creo que tenía unos cuatros años, pero esto no me convirtió en lector sino en oyente y mis primeras experiencias como tal están señaladas por los relatos de mis abuelas y de gente del campo e incluso de un ingeniero italiano quien me contaba historias fabulosas que, al cabo supe, pertenecían a La Ilíada y La Odisea. Mis primeras lecturas fueron escolares y, ya adolescente, de cómics y de libros de aventuras, como los de Tarzán, Sandokán, etc. Durante mucho tiempo mis lecturas literarias fueron anárquicas, pues me concentraba mucho en mis estudios de Ciencias Económicas. Fue cuando decidí que sería escritor que me inscribí en el profesorado de Castellano, Literatura y Latín del Instituto Superior de Ciencias para sistematizar mis lecturas literarias.

 

XC: ¿Cómo comienza el quehacer literario para Antonio? ¿Dónde fueron escritos los primeros poemas? Y, ¿qué impacto tuvo en ti ver esas primeras publicaciones?

AT: Cuando empecé mi profesorado hacía tiempo que yo escribía poemas, pero también sabía que todavía no eran poesía. En realidad mi búsqueda del decir poético fue largo y azaroso. Tenía que encontrar no sólo el registro poético sino también mi voz. Siempre digo que hay dos clases de poetas. Unos que tienen el don natural y otros que tienen que descubrirlo a través del oficio. Yo pertenezco a estos últimos y por esta razón fue que empecé a escribir cuentos con la intención de llegar al registro poético y tener mi propia voz. Durante un tiempo no daba ni con uno ni con otra hasta que empecé a escribir los cuentos que dieron origen a El día en que el pueblo reventó de angustia cuando me di cuenta de que aquel conjunto de relatos era la génesis de mi universo literario y de estilo. En esos momentos tuve que tomar una decisión drástica: destruir, salvo uno o dos cuentos, todas las piezas narrativas anteriores a 1968. El resultado de mi decisión fue la escritura de un volumen de cuentos que, respetando las estructuras clásicas del género, en especial su autonomía narrativa, logré conectar las piezas como si fueran parte de un relato mayor. El libro fue publicado en 1973 y constituyó un gran impacto para la literatura producida en el interior del país, todavía anclada en el costumbrismo rural. Al año siguiente, quizás por su título más que por su contenido, el libro empezó a ser perseguido primero por el peronismo derechista que había dado un golpe de Estado provincial en Córdoba —El navarrazo— y después por la Dictadura militar, que ordenó fuese quemado. Los poemas que escribía por entonces carecían de calidad poética y la única función era denunciar las injusticias generadas por la represión y el terror ejercido desde el poder. Pero no fue sino su falta de calidad poética lo que me llevó, como antes con la prosa, a destruir toda la poesía escrita antes de 1980, cuando ya la ofuscación había desaparecido de mi ánimo. El primer libro de poesía que consigo escribir —Conjeturas acerca del tiempo, el amor y otras apariencias— aunque fue publicado en 2009, en Argentina. Cinco años había editado en España Sílabas de arena, que, para mí, tiene el mismo valor fundacional que El día en que el pueblo reventó de angustia, el cual no sólo tuvo continuidad en los cuentos de El interior de la noche y El mal de Q. sino en las novelas De cómo llegó la nieve, Los días de la eternidad y Más allá de los días, que constituyen la trilogía Balada del desterrado.

 

XC: ¿Tienes poemas favoritos de otros autores? ¿O estrofas? ¿Pudieras compartir algunos versos y compartir un poco de tu reflexión/atracción hacia ese poema / esas estrofas?

AT: Tengo muchos poemas que han tenido una gran influencia en mi poesía, especialmente en el modo de aproximarme a la realidad que quiero describir. Allí están, por ejemplo, Ítaca, de Kavafis, o el Poema conjetural, de Borges, que laten respectivamente en Sílabas de arena, sobre todo en el poema Odiseo, y en la novela El hijo del arquitecto.

 

XC: ¿Cómo es un día de creación literaria para Antonio?

AT: Yo vivo por y para la creación y escribo todos los días, aunque sea una línea. Ahora escribo menos, pero solía hacerlo como un oficinista, cumpliendo horario, porque para mí es un oficio que exige dedicación y disciplina. No creo en la bohemia ni en los bohemios, así que difícilmente pueda escribir en bares o en lugares extraños. Yo necesito estar rodeado de mis libros, todo en orden o con mi propio orden.

 

XC: ¿Cuándo sabes que un texto/poema está listo para ser leído?

AT: La madurez te la dan el oficio y la sensibilidad, pero ella no es suficiente para tener la seguridad de que un cuento, una novela o un poema están listos para ser publicados. Borges decía que un manuscrito deja de corregirse por agotamiento y yo también lo creo. Lo que sí puede tener uno es la sensación de que está listo, pero no la seguridad.

 

XC: ¿Qué tanto hay de Barcelona en Antonio, en lo que escribes?

AT: En mi escritura prácticamente no está la Barcelona más reconocible, sino una Barcelona mítica que pertenece a mi universo literario y a mi propio modo de observar y comprender el mundo. En realidad la ciudad que aparece es la que yo he vivido a través de la experiencia del habitante atravesada por mis lecturas, fantasías, deseos, ambiciones, etc.

 

XC: ¿Cuál piensas que es tu papel como poeta/escritor? ¿Crees que hay alguna responsabilidad?

AT: Creo que el poeta es, como lo define George Steiner, un logócrata, un guardián de la palabra. Pero no se crea que esto se limita a velar por la pureza de la lengua y a su correcta utilización para hacer posible la comunicación. El escritor y en mayor medida el poeta tiene la responsabilidad de ser el portavoz de la ciudadanía. Lo digo desde la convicción de reconocerme como un poeta civil y que como tal su única fidelidad es con la búsqueda de la verdad y la felicidad de la comunidad. De aquí que considero que los poetas no deben estar adscriptos a ningún partido político si quieren mantener la libertad de la palabra y de escribir sobre lo visto y oído en la búsqueda sin condicionamientos ideológicos, políticos, económicos o religiosos que traicionen la verdad del poema. Esto no significa que queden al margen de su papel social o que éste sea una especie de sacerdocio ajeno a las miserias sociales. La naturaleza civil del poeta lo sitúa en el plano de un ciudadano comprometido y responsable con los demás ciudadanos, lo que supone si tiene que ejercer de maestro de escuela debe hacerlo o crear las condiciones para elevar el conocimiento de los otros y armonizar el vínculo entre los individuos. No olvidemos que la poesía es un principio activo de felicidad entre los seres humanos.

 

XC: ¿Pudieras comentar un poco sobre tu vida como historiador?

AT: En realidad no soy historiador sino, insisto, poeta y como tal considero la historiografía como uno de los caminos para conocer la realidad y alcanzar la verdad de lo acontecido en el pasado para comprender mejor nuestro presente. Para mí, los géneros son meras convenciones creadas por necesidades de la producción capitalista para vender mejor su producto. Hay que tener en cuenta que el libro es el primer objeto de consumo del capitalismo desde la invención de la imprenta y hasta me animaría a decir que sin el libro como artículo de consumo tal vez no hubiese habido capitalismo. Pero más allá de esta consideración, mi trabajo en este género se debe a mi creencia de que el poeta es alguien sensible a todos los saberes para transmitirlos a la comunidad, una especie de humanista con alma de divulgador. Esto es lo que explica que no sólo haya seguido los caminos literarios —cuento, novela, teatro, biografía— sino también el ensayo divulgativo y haya escrito libros de historia, economía, ciencia, grastonomía, enología, arte y diccionarios e intervenido en enciclopedias y atlas geográficos, religiosos, políticos, etc. Por ejemplo, mi Historia breve de Argentina. Claves de una impotencia es un intento de conocer a través de los hechos históricos la naturaleza de nuestra cultura y la razón del reiterado fracaso de mi país para alcanzar la excelencia que sus recursos naturales y humanos presupone. Otro ejemplo es el Diccionario político, en el que analizo el desplazamiento de los campos semánticos provocado desde el poder a fin de ejercer un mayor control ideológico sobre la población.

 

XC: ¿En qué proyecto/proyectos estás trabajando ahora?

AT: Entre el 2013 y 2014 acabé La noche yerma, un poema que alude a La tierra baldía de T.S. Eliot y con quien procuro entablar un diálogo y profundizar en la propuesta de su poema en relación a la decadencia cultural de la civilización occidental y la larga agonía del lenguaje que comporta. El poema es terrible, no hago concesiones ni doy ni me di respiro y me dejó exhausto. Está previsto que este poema dividido en una treintena de cantos y organizado en versos de un falso alejandrino se publique en España y México en el otoño de 2017. A pesar del agotamiento y, tras una pausa de varios meses en el que descansaba escribiendo Odiseo en el jardín de doña Pabla, en el que reflexiono sobre el destierro, el retorno, la soledad y la vulnerabilidad del desterrado, en enero de 2016 recuperé el proyecto de una novela —Romance de Melisenda— que tenía parado hacía siete años y, en un estado casi febril de trabajo, lo concluí en abril. Esta novela, inspirada en un romance que aparece en la segunda parte de El Quijote sobre el rapto de una hija o sobrina de Carlomagno, cuenta una historia de amor y amistad en medio de intrigas políticas, religiosas y choques militares que se suscitan en el seno de la Iglesia y de la corte de los francos. Tengo aún proyectos que abordar, pero ahora mismo estoy concentrado en un proyecto cultural muy ambicioso de aplicación en todo el territorio de la provincia de Córdoba.

 

Xánath Caraza es viajera, educadora, poeta y narradora. Su poemario Sílabas de vientorecibió el 2015 International Book Award de poesía. También recibió Mención de Honor en la categoría de poesía en español para los 2015 International Latino Book Awards. Su poemario Conjuro y su colección de relatos Lo que trae la marea han recibido reconocimientos nacionales e internacionales. Sus otros poemarios son Tinta negra, Ocelocíhuatl, Noche de colibríesCorazón pintado, Donde la luz es violeta (noviembre de 2016) y su segunda colección de relatos Pulsación (en progreso). Enseña en la Universidad de Missouri-Kansas City y da talleres de creación literaria en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. En 2013 fue nombrada número uno de los diez mejores autores latinos para leer por LatinoStories.com. Caraza recibió la Beca Nebrija para Creadores de 2014 del Instituto Franklin, Universidad de Alcalá de Henares en España. Es columnista de La Bloga,Smithsonian Latino Virtual MuseumPeriódico de Poesía y Revista Zona de Ocio. Caraza es juez desde 2013 para los José Martí Publishing Awards, The National Association of Hispanic Publications (NAHP). Desde 2012 organiza el National Poetry Month (NaPoMo) para Con Tinta.