Ayotzinapa y la voz de inmigrantes guerrerenses en Chicago

Ayotzinapa y la voz de inmigrantes guerrerenses en Chicago


La masacre de estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, confirma que México se acerca a un Estado fallido. Mientras los políticos de los tres partidos se reparten las ganancias mediáticas y electorales de los supuestos beneficios de las reformas peñistas, el país continúa desangrándose. La masacre en Ayotzinapa vuelve a poner en evidencia la relación de la clase política con el crimen organizado. Al norte del río Bravo duele tanta sangre derramada; aun así, los representantes de los grupos de oriundos guardan silencio y se tornan cómplices de los gobernantes. El BeiSMan escucha la voz de los inmigrantes de a pie, ésos que todavía no han vendido su alma a cambio de una fotografía al lado de los gobernadores o de los presidentes de partidos que vienen de visita.

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Se convertirá en delito soñar con un futuro mejor

Guerrero, mi estado. ¿Adónde ha quedado tu conciencia? ¿Por qué no despiertas de un solo golpe? Es doloroso hablar sobre esta situación tan violenta en estos momentos en que muchos familiares de los desaparecidos continúan viviendo en la incertidumbre.

Sabemos que no habrá justicia, que unos a otros se encubrirán y con perversidad irán por los que siguen. Porque así ha sido en los últimos años. Porque los guerrerenses sabemos que la situación es peor que durante la Guerra Sucia de la década de 1970. 

Ahora, las sombras de la muerte avanzan sigilosas por todas las regiones de Guerrero. Sabemos que se han aliado los criminales con los políticos. Y lo mismo involucra a diputados y gobernadores, y sabemos que esto se da tanto arriba como abajo. 

Detrás de la violencia hay grandes intereses que quieren apoderarse de los recursos de los Pueblos: de sus ríos y de las entrañas de la Tierra (con sus proyectos mineros). Y es por esto que cualquier intento de organización es un peligro que atenta contra sus intereses. Por esto vieron necesario perpetrar esta masacre y la desaparición de los estudiantes.

Ya no basta desaparecer o asesinar a uno por uno. Esta masacre de normalistas debería ser un mensaje contundente para que se entienda de una vez y por todas que lo que imponga el Estado debe aceptarse con la cabeza agachada. 

Sabemos que los jóvenes de dicha normal rural son hijos de padres humildes. El trabajo de maestro rural es de mucho sacrificio. Bien sabemos que los recién egresados son enviados los primeros años de servicio a lugares de difícil acceso y la mayoría ingresan a esa vocación por devoción a su pueblo.

Y graduarse de la normal no es fácil. La alimentación es raquítica y las instalaciones se encuentran en malas condiciones. Los estudiantes de Ayotzinapa tenían que manifestarse para lograr algunas mejoras en su plantel y recibir una formación adecuada. Pero esto es tan solo parte de lo que le incomoda al gobierno y los quiso poner como ejemplo para las demás organizaciones que no se alinean.

¿Cuántos presos políticos más pondrán tras las rejas, además de los que ya están dentro? Tal es el caso de Nestora Salgado, Arturo Campos, Gonzalo Molina, entre otros. ¿Cuántos asesinados y desaparecidos más vendrán a engrosar las listas actuales? ¿Cuántos huérfanos y familias quedarán en la desolación y el dolor?

¿Se convertirá en delito que nuestros hijos y nietos sueñen con un futuro mejor?

¿Tendremos que seguir caminando agachados como aquellos que caminan en procesión en Taxco, flagelándose a sí mismos pensando que de esa manera nuestra conciencia dormirá tranquila?

¿Hasta cuándo seguiremos bajando la voz para que el que esté al lado, en un lugar público, no pueda escucharnos?

¿De qué tamaño es el miedo que cargamos? ¿Del tamaño de la dignidad de nuestros hijos, de nuestras esposas y de nuestros pueblos?

¿En verdad ya nos resignamos a no meter la mano cuando otra bofetada estremece la otra mejilla?

¿O es que los que nos callamos, nos va mejor al recibir la limosna que nos arroja el gobierno pensando que así ya estamos a salvo con nuestras familias o le irá mejor a nuestro pueblo?

¿De qué tamaño es nuestra cobardía que no nos permite darnos cuenta que sólo el pueblo puede salvarse de esta tragedia?

¡Ahhh, México! Pareciera que ya se ha borrado la memoria histórica registrada por los que lucharon por nosotros y anhelaron una vida en libertad.

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Nicolás de Jesús. Artista gráfico y activista originario de Ameyaltepec, Guerrero. Exhibe actualmente sus grabados en la Galería Prospectus, en Chicago.

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Responsobilidad de todos los mexicanos

Marilú Vargas, originaria de Iguala, Guerrero. Vive en Chicago y está en comunicación constante con sus padres. Dice compartir la incertidumbre de la comunidad ya que el Ejército, la Marina y la Policía Federal han llegado a Iguala y temen que paguen justos por pecadores. “La ciudad se encuentra rodeada por fuerzas del orden debido a la muerte de los jóvenes estudiantes”. En su sentir, “ningún acto justifica la muerte, la tortura y los asesinatos de estos jóvenes. Es responsabilidad de todos los mexicanos y de las instituciones —como las federaciones, que viven del erario público del gobierno— informar en sus páginas oficiales de Facebook de lo que pasa en Guerrero. Estas se encuentran en total silencio, sin información de lo que pasa en Guerrero”.

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Marilú Vargas. Se graduó como asistente de contador en el Colegio de Bachilleres. También es asistente de maestra de alfabetización para adultos. Creió en Iguala y labora en una fábrica automotriz de Toyota. Vive en Chicago. 

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 No quedarse callados

Jesús Román, maestro graduado de la Escuela Normal de Ayotzinapa —generación 1979–1983—, dice sentirse impotente ante el asesinato de estudiantes pobres. “Esta escuela es un internado donde por cuatro años los estudiantes provenientes de comunidades rurales viven y conviven en situaciones precarias. Ahí escasea lo más básico, tal como la comida, que se le reparte racionadamente a cada estudiante de la institución. Una vez que se gradúan es difícil que encuentren plazas de trabajo de maestros y tienen que emigrar a otros estados o a Estados Unidos”. Al preguntársele a Jesús de la responsabilidad de los inmigrantes, responde que “la responsabilidad es de todos los mexicanos, que no deberían quedarse callados ante esta masacre. Todos deberían exigir al gobierno federal que haga su trabajo porque a él le compete erradicar al crimen organizado que azota Guerrero y otros Estados de México”.

Jesús Román. Se graduó de la normal de Ayotzinapa. Dio clases en comunidades rurales donde no contaban con planteles adecuados y las clases las impartía debajo de un árbol. Actualmente se desempeña como mecánico automotriz en Chicago.

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Jesús Vargas invitó a colaborar a Jesús Román y Marilú Vargas.