Alto contraste o el marco del último discurso

Alto contraste o el marco del último discurso


El último discurso. Foto: AP/Charles Rex

 

Al mismo tiempo que saltaba a la luz un nuevo escándalo en torno a Donald Trump, Barack Obama daba su último discurso como presidente.

Este martes por la noche se difundía la noticia (CNN, The New York Times The Washington Post, con fuentes distintas) de que el informe que representantes de la inteligencia estadunidense le entregaron a Donald Trump hace unos días, contiene información y datos no revelados de que Rusia tendría información comprometedora para el presidente electo; asimismo que la campaña de Trump estuvo en contacto con agentes rusos durante la contienda por la Presidencia.

La nota escandalosa siguió creciendo, el miércoles Trump vociferaba alegando que se trata de información falsa; lo cierto es que ninguna agencia de espionaje se animaría a exponerlo si no tuvieran la certeza de que la fuente (un agente inglés según trascendió) es de fiar.

 

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Mientras tanto en Chicago Barack Obama cerró el círculo de su Presidencia. En Chicago comenzó su carrera, ahí celebró su triunfo hace ocho años y ahí ha dado su último discurso presidencial. Emotivo y congruente en su papel de político progresista declaró: “Aquí aprendí que el cambio sólo ocurre cuando las personas comunes se involucran, se comprometen y se unen para exigirlo”. Ocho años después, dijo: “sigo creyendo lo mismo”.

Destacó la democracia estadunidense, indicó que Donald Trump está comprometido con la transición, pero enseguida subrayó que la democracia no es uniforme. Recordó que los fundadores de esta nación, además de que pelearon y se comprometieron sabían que la democracia necesita un sentido básico de solidaridad, es decir, la idea de que por encima de las diferencias externas “todos estamos juntos en esto, que subimos o caemos como uno solo”.

Asimismo, si usted escuchó el discurso coincidirá en que uno de los puntos notables del mismo ha sido cuando dijo que el racismo sigue siendo un desafío, “uno tan viejo como este país” y apuntó al meollo del ancestral problema (y el retroceso que viene) cuando enfatizó que “si los problemas económicos se reducen a una lucha racial entre obreros blancos de clase media y las minorías tradicionalmente desfavorecidas, lo que va a pasar es que todos los trabajadores, todos los obreros blancos y no blancos se pelearán por migajas en tanto los ricos siguen aislándose en sus cotos privados”.

En fin, un discurso de sentimientos intensos, el de un orador sensible y una audiencia que lo ovacionaba frecuentemente. Pasó revista a sus logros, señaló el crecimiento de la economía, el descenso de la pobreza, los salarios y las pensiones.

El reto que queda a sus espaldas lo subrayó así: “si no se impulsan oportunidades para todos, la división existente que frena nuestro progreso irá de mal en peor en los años que vienen”.

En fin, culminó el discurso con sentidas palabras para su familia, para Joe Biden y para sus colaboradores, todo lo cual lo remachó con un “lo hicimos”, rayando en el sentimentalismo.

Obama fue un buen presidente, hay que decirlo, un primer mandatario excepcional sin duda… pero le faltó: Su mención a la inmigración fue muy concisa, es obvio que el espectro de Trump y sus amenazas e insultos ensombrecen el panorama. Obama refirió que la inmigración fortalece a esta nación, desde el principio, pero no abundó acaso también dado que su postura al respecto queda manchada por su falta de resultados en su doble gestión, de ahí el graffiti en el colofón de este apunte.

 

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Este miércoles Trump ha estado en su primera rueda de prensa como presidente electo, pero como apunté al inicio de estas líneas, desde el martes confronta el escándalo que se filtró a la prensa: no tanto sus supuestas alianzas con Rusia sino además por otro asunto relacionado con su comportamiento: los rusos lo filmaron en un hotel, en uno de sus viajes, con dos prostitutas en su cuarto, pero lo más álgido es lo que ha desatado en las redes una serie de memes y chistes que no se la acaba: Trump supuestamente le exige a las putas que se orinen una sobre la otra.

Desde luego Trump lo niega, “son notas falsas” dice, y horas después arremetió contra los servicios de inteligencia. El miércoles en su conferencia de prensa lo volvió a negar. Sin embargo, prevalecen las suspicacias, lo escabroso del asunto las multiplica pues se trata del próximo presidente estadunidense y, como se le ha dicho: Vladimir Putin puede chantajearlo. Cuando en la rueda de prensa tocan el tema Trump no responde, evita el meollo del asunto yéndose por las ramas, una y otra vez. El presidente electo es el mismo Trump de campaña, es decir el mismo patán intolerante, le negó el micrófono a un periodista, insultó a otro y en fin… eso es tela de otros apuntes. Este tipo dará mucho de qué hablar día a día.

A diez días de asumir el poder, Trump está bajo la lupa. Tal es el marco del último discurso de Obama. Obama se va sin ningún escándalo (en ocho años), Trump llega rodeado de ellos, alto contraste.

 

GRAFFITI.- La pinta que sobresale en los muros y puentes de la gestión de Obama tiene pintura indeleble: no cumplió con la comunidad latina: no concretó la reforma migratoria cuando pudo (tuvo mayoría demócrata en las cámaras), luego cuando quiso ya no pudo, y encima abrió la compuerta para algo peor: separó millones de familias al deportar a casi tres millones de personas, la mayoría de ellas no son criminales sino que fueron arrestadas por delitos menores, como pasarse la luz roja de un semáforo. Ese es el Obama que no hubiéramos querido ver.

 

Raúl Caballero García, escritor y periodista regiomontano, para comentarios:caballeror52@gmail.com.