Category: Dossier
Mozart y su libretista, Emanuel Schikaneder, escribieron La flauta mágica para entretener a las masas, ofreciendo un poco de todo en el singspiel: canto clásico, vaudeville, comedia, y aventura. En esta versión, todo eso se acentúa con lo que ocurre sobre la pantalla: corazones explotando, labios voladores que se transforman en insectos, mariposas, pájaros, changos, lobos feroces, un gato muy activo, un hada que representa a la flauta, además de un sinnúmero de palancas, poleas y engranajes, dándole en ocasiones un aire muy “Steampunk”.
Macbeth, el clásico shakespeariano sobre las trampas del poder, se desarrolla dentro de una iglesia, dando una sensación claustrofóbica a la historia (como si 18 meses entre cuatro paredes no hubieran sido suficiente)...
De inmediato regresé a todas las lecturas que consumí durante la adolescencia, cuando construía mi forma de relacionarme y mi percepción de los hombres y lo otro fuera de mí, y me di cuenta de que para todos los autores dentro del canon mi papel sería similar al de Úrsula Iguarán, al de La Maga, al de la niña mala, al de Ana Karenina, al de todos los personajes femeninos cuya función principal era resistir, perdonar, ser compasivas, entregar sus vidas, convertirse en musas...
Solo fuimos dos. Margarita y Laura Suzán. Yo, con el matrimonio, la escritura y el tiempo, me transformé en Laura Vit. El principal defecto de ambas fue tomarnos la vida en serio. Quizá por eso, muchos años después, Margarita regresó a México, por unas cuantas horas, a ver a su padre moribundo. Le pedimos quedarse. Respondió: soy teniente del Ejército Sandinista, tengo obligaciones militares, y se fue...
No, nadie me enseñó a quererme, lo aprendo sobre la marcha. Desde niña escuché opiniones negativas sobre mi cuerpo y mi inteligencia. La palabra que más me hiere es “inútil”. Mis primos mayores solían decírmela. Cualquier oportunidad era buena para repetirme lo horrible, ignorante e inservible que era. Les creí. Anduve muchos años sintiéndome basura, me aseguré de silenciar mis opiniones y, sobre todo, de no aspirar a grandes cosas.
Escribo desde El Barrio, Nueva York, donde empecé a experimentar con la creación de libros. Gracias a la generosidad de la artista puertorriqueña Tanya Torres, y su Galería Mixta, aquí reconocí mis ganas de escribir sin tapujos, acompañadas por las de publicar sin otra aprobación que no fuera la nuestra...
Irene Vallejo sostiene que “el poder y la palabra, esos hermanos mellizos, se han abierto a muchas mujeres” y nos muestra historias de la Grecia clásica donde figuran Aspasia, Lala y Hortensia. Sofía, nuestra zapoteca-mixe, cuyo nombre es un remanente griego que nos llega allende los mares de occidente, es ejemplo de mujeres de sabiduría, contadas y contundentes, cuya lengua polífona es nuestra herencia de voz...
Solo hay una Michelle Obama pero 3.7 billones de historias de mujeres que día a día vivimos los retos de la discriminación de género, de raza, de edad, de credo y que gracias al apoyo de nuestros padres, la familia, la sociedad o una voluntad férrea individual hacemos una vida.
Me enseñaron desde pequeña a callar, a decir poco, a no hacer ruidos inapropiados, a no mostrar dolor, angustia, tristeza. Me enseñaron que el dolor se vive en soledad y como me decía mi madre en sus momentos de angustia silenciosa y profunda: “la procesión se lleva por dentro”.
Al respecto del día internacional de la mujer, le comentaba a una amiga poeta lo difícil que resulta en la práctica lectora cotidiana ser consecuente con la sororidad o simplemente con la curiosidad e indagación de voces de mujeres. En la literatura, en el campo social, en la filosofía y hasta en la literatura infantil las mujeres seguimos siendo percibidas como voces otras, raras y escasas...
Hay una, la que está compuesta de chambritas, tonos azul y rosa, globos, caricias, abundante leche y miel. Esta maternidad pervive en álbumes de fotografías de cumpleaños con pastel apagando velitas, regalos y convivios, vacaciones jugando en el salpicón arenoso de las olas, alhajeros que guardan dientes pequeñitos, mechones de cabellos...
Escribir sobre el cuerpo es dotar de sangre a las letras, de gozo y dolor a los silencios. Estos poemas colectivos surgieron de un taller virtual con Gabriela Jáuregui y Brenda Lozano dentro del Festival Colaborativo y Autogestivo Agua Viva. Nos dividimos en grupos y de nuestros textos individuales mutilamos, maquillamos y regeneramos para luego armar un solo ser, extremidades de aquí y de allá...
Desde mis primeras lecturas me acostumbré a una especie de travestismo anímico que me permitía identificarme con personajes tan distintos de mí como Odiseo o Lord Henry Wotton o Raskolnikov. Pasaba por alto el detalle de que ellos fueran hombres y asumía sus conflictos, sus dudas, sus ideas, de buena fe me imaginaba caminando por una calle de México como si fuera un personaje de Cavafis y creía que la descripción del deseo que hace Villaurrutia en el “Nocturno de los Ángeles” podía servir para entender el mío...
Hubo una vez una mujer. Le cortaron las piernas y le amarraron las manos con alambre. Murió junto al río.
Hubo una vez una mujer. La violó su hermano, desconocieron su nombre.
Hubo una vez una mujer. Encontró a los asesinos de su hija, y le pegaron un tiro en la plaza pública...
El feminismo como decisión política y la sororidad tienen la función de que no se perpetúe la violencia y que no debamos callarnos por temor a represalias. El escrache es una herramienta importante cuando el sistema falla o se rehúsa a actuar, es por eso que estamos juntas y nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio.